Hasta siempre
07/06/2014 - 23:00
 "Mi hijo encarna la estabilidad es una de las principales frases que Don Juan Carlos dijo en el breve discurso del anuncio de su abdicación. Un hecho histórico sin precedentes en España, que nos ha cogido a todos de sorpresa, incluso a los comentaristas y observadores políticos, enfrascados aún todos ellos, profesionales de la información, en las referencias de las pasadas elecciones europeas y en lo que van a suponer para la sociedad los resultados de las urnas y todo lo que puedan dar de sí en el Parlamento de la UE; argumentos que ha pasado a un segundo plano ante el impulso a la renovación a la Corona -frase también del Rey- en la persona del Príncipe Felipe. Pues una nueva generación reclama con justa causa un papel protagonista.
Nueva generación, apunto yo, muy bien preparada e informada, generalmente hablando, y que, por lo mismo ha de estar al tanto del esencial papel de estabilidad política y moderación que la monarquía ha supuesto para nuestra Nación por medio de la apasionada dedicación institucional -me reafirmo en lo de apasionada- del Rey, ahora abdicante. Aunque a todos nos haya cogido la noticia con el paso cambiado por las europeas y, también, por las primarias que anuncian desde el PSOE para la elección de su secretario general; los diferentes medios de comunicación han tenido que enmendar ese paso para poder lanzar a los cuatro vientos no sólo la resolución trascendental tomada por don Juan Carlos, sino, también, los aspectos más esenciales de sus 39 años de reinado.
Aspectos que necesitarían varios volúmenes para ser publicados con exactitud. Por eso han tenido que recogerlos a vuela pluma y condensarlos. Pero así y todo son válidos y extraordinariamente oportunos para que esa nueva generación citada por el monarca tenga una más puntual información de lo que la Corona ha supuesto para la reciente historia de España. Y tocando ya la figura institucional de Don Juan Carlos, como Rey de todos los españoles, así se ha venido definiendo él mismo desde el día de su coronación; es conveniente hacerse eco de algunas declaraciones políticas de actualidad, que creo que se han hecho expresando el sentir general de los españoles.
Así, por ejemplo, el presidente del Gobierno ha comentado acertadamente la impagable deuda de gratitud que todos sentimos hacia Don Juan Carlos. Y el ministro de Asuntos Exteriores, Margallo, ha reconocido algo que él, por su cargo, saber muy bien: el Rey, ha dicho, ha devuelto a España al primer plano de la escena internacional, y no únicamente por su talante de cercanía para con todos los pueblos, gobernados por las tendencias más dispares, sino, también, por sus dotes personales y sus habilidades de gestión en el plano estatal; que le han valido a las firmas españolas cuantiosos contratos empresariales. Al parecer, Don Juan Carlos vuelve atrás la mirada con frecuencia y se siente orgulloso de lo que entre todos hemos conseguido.
Nos cita a todos los españoles, pero todos sabemos que, en tales consecuciones, el propio monarca ha sido el líder indiscutible, el guía y maestro en la dinámica del trabajo colectivo, de la labor común. Lo que nos ha permitido al pueblo, por medio de su reinado, disfrutar de la etapa de nuestra historia de mayor libertad, progreso, estabilidad y paz. Y eso que todos hemos contemplado, y sufrido también, como su misma Majestad ha tenido que beber los cálices -por emplear un término evangélico- de hiel que se le han servido a lo largo de su reinado a causa de las más de mil víctimas del terrorismo; 192 de ellas de una tacada el 11-M de 2004. Algo que, me parece a mí, ningún Jefe de Estado ha soportado jamás.