“He querido que la Estrella Azul sea luminosa, transformar la tragedia en algo bueno”

Mauricio Aznar estuvo a punto de ser un icono musical  en los años 90. No en vano, fue el autor de la canción Apuesta por el rock and roll que popularizaron Heroes del Silencio, pero la tragedia se cruzó en su camino. Ahora, el director Javier Macipe, tras sus éxitos en el terreno del cortometraje, se estrena en el largo con esta historia, a la que le unen intensos lazos personales. 

    ¿Cómo es La Estrella azul?
    Aunque está basada en una historia real, la hemos intentado construir para que no tengas que conocer al personaje. Es la historia de un roquero que está en un momento de crisis en su vida y decide hacer un viaje por Latinoamérica. Y ese viaje, como suele ocurrir, le va llevando por derroteros que él no había imaginado. Llega a casa de un anciano músico y se da una especie de Karate Kid musical, en el que el anciano le intenta transmitir otra visión de  mundo y de la música.

    No es un biopic al uso.
    No, porque los biopic interesan en la medida que te interesa el personaje real, pero en este caso el personaje no es muy conocido. Es casi el biopic del hombre anónimo, donde la persona renuncia al éxito y gracias a esa renuncia se da una historia que merece ser contada y que de alguna manera representa todos esos músicos anónimos que también merecerían una película. La película se ambienta en los 90, pero creo que conecta con los jóvenes porque es una película de apuesta por la vocación. 

    ¿Cómo llega a esta historia?
    Por mi pasión por la música de Mauricio y especialmente por una canción que se llama Apuesta por el rock and roll, que es una de las canciones más famosas de la historia del rock español. La versionaron Héroes del Silencio, pero es de Mauricio. Pedí permiso a su madre para ponerla en un corto y ella, después de verlo, me dijo que quería que hiciera una película sobre la historia de su hijo. Yo tenía 19 años y no me veía capacitado, pero hace 10 años, cuando ya iba teniendo una trayectoria, me vi listo.

    ¿Le dio vértigo estrenarte con esta película en el largometraje? 
    Cuando estás empezando te da vértigo hacer cualquier película, porque es como algo muy grande, pero no por ser esta película en particular. Lo que me generaba era una sensación de responsabilidad, de que tenía que corresponder a ese encargo con toda mi honestidad y mi esfuerzo. Gracias a eso, nunca he abandonado este proyecto. 

    ¿No le coartó esa relación con la madre del protagonista?  
    Era un peligro el caer en ciertas cosas más oscuras o truculentas y que a la madre no le parecieran bien, pero bueno, esto es un poco como el campo de fútbol. Si no hubiera líneas alrededor, el juego no tendría gracia. Yo sabía que había ciertas cosas, ciertas líneas, que no podía cruzar y creo que eso ayuda a que la película sea más luminosa. A mí me parecía que debía transformar esta tragedia en algo bueno.  

    La película tiene un aspecto formal muy interesante, con un cierto tono onírico. ¿En qué momento aparece en el proyecto ese juego de realidades?  
    Es algo que está también en mis cortos. Yo admiro mucho a los directores que entremezclan  fantasía y realidad, porque creo que el cine tiene mucha capacidad para representar el mundo de los sueños. Además, era bonito imaginar qué pasaría por la fantasía de Mauricio.

    Al final es más una película sobre la huella que puedes dejar en los demás.
    Claro, tiene la misma estructura que el Evangelio. Imagínate que Jesús hubiera muerto crucificado y fin de la historia. Dirías “este tipo se supone que hacía milagros, pero ha muerto y ya está”. Sin embargo, después empieza otra historia y ahí es cuando la película habla del alma, no del personaje. Y luego está el efecto mariposa, cómo un pequeño gesto que puede desencadenar cosas enormes. El viaje que hizo Mauricio en su día, ha hecho que yo crucé el océano. Te lamentas del final que tuvo la historia, pero si no hubiera sido así, tampoco estaríamos ahora aquí tú y yo hablando.

La Estrella Azul se estrena hoy en los Multicines Guadalajara.