Integrarse
Un amigo, curioso y observador, cuyo nombre no desea desvelar, me envió hace unos días un correo electrónico que viene a demostrar la ejemplar integración de los extranjeros en nuestro país. No en balde España es uno de los países más tolerantes con otras razas y culturas.
Un amigo, curioso y observador, cuyo nombre no desea desvelar, me envió hace unos días un correo electrónico que viene a demostrar la ejemplar integración de los extranjeros en nuestro país. No en balde España es uno de los países más tolerantes con otras razas y culturas.
He aquí el texto íntegro: “Ayer me instalaron la fibra óptica dos operarios de la empresa Cobra de Telefónica. Los dos eran marroquíes, de Tánger. Diversas reparaciones en el garaje de la comunidad de vecinos las estaban realizando tres operarios rumanos. Dos pintores polacos le pintaron la casa a mi vecino de enfrente. La semana pasada se me averió el coche y vino a auxiliarme un mecánico de la Mutua, también extranjero. Cuando a primeros de año me compré un ordenador en Carrefour, la señorita que me atendió era colombiana y el que me formalizó el crédito, argentino. En el centro de día, donde mi cuñada va a gimnasia, el monitor es un africano de raza negra, como también el profesor de música. El dentista de Vital Dent, argentino. Mi hijo se compró un televisor y quienes lo llevaron a casa e instalaron eran dos operarios del Este de Europa, no sabría decir si rumanos o búlgaros. La mujer que viene a ayudar a mi mujer en la limpieza de la casa, una vez a la semana, es rumana, y la que atiende a una vecina en silla de ruedas, es ucraniana. He conocido médicos en la sanidad pública extranjeros o nacionalizados. El otro día en mi calle, unos obreros trataban de levantar con un gancho la tapa metálica de un registro que da acceso a los colectores de aguas residuales. Eran cinco, de los cuales tres con inconfundibles rasgos de aborígenes sudamericanos. La camarera que nos sirvió en el restaurante, también extranjera. Dos jóvenes negros estaban regando el parque municipal. En cincuenta metros a la redonda de mi domicilio hay cinco establecimientos regentados por chinos; tres fruterías por magrebíes; dos tiendas de informática por sudamericanos, un restaurante indio, dos turcos y un centro cívico de rumanos”.