La huelga indefinida de Justicia

11/03/2023 - 18:00 Luis Miguel Almazán/abogado

En Guadalajara en más de un millar de comparecencias o juicios que muchos llevan meses o incluso años esperando celebrar, ahora tendrán que volver a ser citados, vete tú a saber cuándo. El perjuicio del retraso judicial como mal endémico es ahora mayor.

Desde el 24 de enero, huelga indefinida de Letrados de la Administración de Justicia, LAJs, o como se les sigue llamando coloquialmente, Secretarios Judiciales (que es como se llamaban antes): suspendidos muchos trámites judiciales, muchas comparecencias y muchas vistas de juicios. En Guadalajara, y según las noticias, en más de un millar de estas comparecencias y juicios que muchos llevan meses o incluso años esperando celebrar y que ahora tendrán que volver a ser citados, vete tú a saber cuándo. El perjuicio, que ya suele existir por el significativo retraso judicial como mal endémico de nuestra Justicia, es ahora mayor.

Lo cierto es que, tal y como está la cosa, deberíamos estar de huelga indefinida todos los operadores jurídicos, porque si últimamente nos andamos quejando de la sanidad pública porque nos la estamos cargando, lo que seguro que ya está en cuidados paliativos desde hace muchos años es el funcionamiento del sistema judicial.

Y es que urge dar un mejor servicio público de justicia: no se tienen las condiciones para prestar un servicio digno frente a un aumento constante de la litigiosidad. Y por ello los juzgados, ante esa falta de recursos que deriva en falta de agilidad, no pueden acelerar los procesos para dotar un servicio de justicia efectivo y organizado. Y la Justicia, si es lenta, no es justicia. Y un retraso en la resolución de procedimientos que en materia de Familia se hace todavía más escandaloso, cuando se tardan años en resolverse materias que afectan a menores de edad. 

De hecho, es lamentable que, a la hora de negociar un acuerdo, los abogados (yo también me incluyo) podamos utilizar como argumento para lograrlo la tardanza de la justicia en resolver (y espetamos aquello de “o tu cliente acepta esto ahora, o hasta dentro de mucho tiempo no conseguirá resolución judicial, y ya veremos si le dan la razón o no”). Y desgraciadamente esto es algo que el cliente debe tener en cuenta a la hora de llegar o no a un acuerdo: el tiempo de espera en juzgado, que obliga a elegir entre un mal acuerdo ahora o un buen juicio dentro de mucho tiempo. Cierto es que esta elección dependerá de la materia sobre la que se negocia, pero los abogados no deberíamos contar con el argumento de la “justicia tardía” para alcanzar acuerdos, y menos en procesos en donde el tiempo es fundamental.

En el ámbito del Derecho de Familia, esta falta de eficacia y agilidad lo único que crea es más tensión entre los progenitores y más perjuicio para los hijos. Estoy convencido de que muchos de los problemas se erradicarían con una justicia ágil, se evitarían conflictos posteriores e incluso me atrevo a decir que se evitarían muchas situaciones de violencia de género. Pero contra la justicia lenta muy poco se puede hacer si no hay voluntad política. Así que seguiremos con los juzgados saturados, la falta de personal, la falta de recursos…Y aunque los Letrados de la Administración de Justicia reanuden su actividad y desconvoquen su huelga, seguiremos teniendo la impresión de que la susodicha señora de los ojos tapados y de la balanza en la mano aún se mantiene en ella.

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