"La necesidad que tenemos de agua es mayor que los recursos disponibles"
Amelia Pérez, profesora de Economía Aplicada de la UNED, cuenta en una entrevista a Nueva Alcarria que "debemos trabajar por una gestión sostenible, eficiente y responsable".
La profesora titular de Economía Aplicada de la UNED y directora de la Cátedra de Economía del Agua Fundación Aquae-UNED, Amelia Pérez, es tajante: “La necesidad que tenemos de agua es mayor que los recursos disponibles”. Pérez, que impartió la lección inaugural de apertura del curso académico del Centro Asociado de la UNED en Guadalajara, asegura que “la escasez de agua es consecuencia del uso insostenible del recurso”.
En su lección inaugural insistió en que la característica fundamental del agua es la “escasez”. ¿Qué significa esto?
Significa que siendo el agua un bien primordial en nuestra vida nos enfrentamos a un problema: la necesidad que tenemos de ella es mayor que los recursos disponibles. En algunos lugares del mundo no es suficiente siquiera para cubrir las necesidades básicas de consumo: agua de boca, higiene personal... Éste es un problema principal a nivel mundial. Aunque en los países más desarrollados las personas abren el grifo y sale agua, y encuentran este acto como natural, en otros países es una excepción y hay que trabajar más individualmente (recorrer largas distancias, acarrear, etc.) para conseguir agua potable para el consumo.
Este problema de la escasez de agua es grave en las regiones áridas del planeta y se está agravando como consecuencia del cambio climático. Esta escasez significa que estamos consumiendo el agua por encima de la capacidad de renovación del medio natural, lo cual se traduce en la falta de agua en una cantidad y calidad adecuadas para beber, producir bienes o desarrollar nuestra actividad económica.
¿La sociedad es consciente de que es un bien escaso?
Muchas personas encuentran natural abrir el grifo y disponer de agua. Ahí la consciencia es menor. El problema se agrava, por ejemplo en España, en la actividad más consumidora de agua, la agricultura. Los agricultores padecen y expresan más el problema de la escasez y el agotamiento de sus recursos, la necesidad del reparto y de su uso eficiente. La consciencia sobre los problemas del agua ha crecido de forma importante en los tres últimos decenios. La normativa de protección de los recursos hídricos tiene ahora mayor protagonismo (Directiva Marco del Agua del año 2000, planes hidrológicos, etc.). En consecuencia, hay cada vez más campañas informativas relacionadas con el uso del agua, en las noticias se trata de los problemas derivados de las sequías, inundaciones… esto es algo que va llegando y calando en las personas. Pero queda un gran camino por recorrer.
¿Qué se puede hacer contra esa escasez de agua?
La escasez de agua es consecuencia del uso insostenible del recurso, de modo que estamos ante un problema de gestión, en concreto, de gestión de la demanda. Durante la mayor parte del sigo XX, por ejemplo en España, se trabajó mucho en incrementar la oferta del recurso (se construyeron infraestructuras, como las presas). Pero es preciso avanzar en el tema de la gestión de la demanda. Debemos trabajar por una gestión sostenible, eficiente y responsable del agua, que nos permita mantener el buen estado y funcionalidad de nuestros ecosistemas acuáticos, de los cuales depende el desarrollo de nuestra sociedad y economía. En este sentido, y desde principios de esta década se está trabajando en lo que se conoce como “economía circular”, concretamente en la economía circular del agua, lo que representa una oportunidad de gestión en línea con este objetivo, que posibilita un mejor aprovechamiento de los recursos hídricos a través de su reutilización. Asimismo, debo destacar la importancia de la regulación, donde se debe realizar un gran esfuerzo por parte de la administración pública.
¿El precio que pagamos por el agua es un indicativo justo de su valor?
Confundimos el término valor. El agua es un bien básico y valioso para la vida. Pero este valor no se recoge en el precio salvo en pocas ocasiones. Y en las economías de mercado, los consumidores tenemos el precio como elemento de referencia a la hora de identificar el valor de los bienes. En este sentido, el precio nos proporciona el valor de mercado de bien. Pero en ese precio se incluye solo el coste financiero, y eso cuando está recogido. No se incluye el valor social ni el ambiental, ni el del recurso en sí. Cuantificar el valor del agua no es tarea sencilla y hablar de un precio justo, menos aún. Aunque la Directiva Marco del Agua indica que hay que recoger el coste financiero, el del recurso y el ambiental, los dos últimos son de difícil cuantificación y ello lleva a que no se incluyan en el precio. En España, el precio que pagamos por el agua está principalmente relacionado con lo que nos cuesta disponer de ella, es decir, con lo que cuesta la infraestructura de regulación, abastecimiento, distribución y saneamiento. Por lo tanto, el precio que pagamos no refleja su valor, el cual, de hecho, aumenta cuanto más escaso es el recurso.
¿La gestión del agua influye en su valoración?
Si entendemos una buena gestión como aquella que posibilita un acceso al agua en cantidad y calidad adecuadas para su uso, de un modo compatible con el buen estado y funcionamiento de los ecosistemas acuáticos, sí, influye. Cualquier usuario debería estar dispuesto a pagar más por un recurso en buen estado y del que podrá disponer en el largo plazo para el desarrollo de su actividad sin comprometer el uso y disfrute por parte de otros usuarios presentes y futuros.