La última voluntad de Meneses
Mucho se ha hablado en la última década de la finca de Castillejos. Tanto, que parecía que nunca llegaría el momento de que los guadalajareños pudieran disfrutar de ella. Los encontronazos políticos sobre la utilidad de ese espacio y su coste, se convierten en ecos lejanos cuando se visita el nuevo espacio de recreo. Desde que el mecenas Emilio Meneses donase a la ciudad a mediados de los 80 esta finca, nadie ha podido disfrutarla. Las instalaciones que se construyeron en el año 2002 en Castillejos, fueron completamente destrozadas por actuaciones vandálicas en la pasada legislatura, después de que el anterior equipo de Gobierno decidiese no continuar con el proyecto que había iniciado el PP entre 1999 y 2003. Pero ahora, esa realidad está más cerca. El alcalde de la ciudad, Antonio Román, visitaba ayer la finca acompañado de los responsables de la empresa encargada de gestionarla y del concejal de Medio Ambiente, Lorenzo Robisco y destacaba el importante esfuerzo y la gran inversión que el Consistorio ha empleado en rehabilitar la finca y sus instalaciones. Aunque serán los escolares (unos 4.000 sólo durante este curso) los primeros en estrenar el recinto en el que se han creado huertos ecológicos donde poder conocer las especies y hacer plantaciones y se ha habilitado una pequeña granja, el gran proyecto de Castillejos, a más largo plazo, consiste en convertir la zona, tal y como deseaba su originario dueño, en una finca de recreo, una casa campo para el solaz y el disfrute de los ciudadanos de Guadalajara. Son 110 hectáreas en un paraje espléndido, entre la ribera del Henares y la carretera de Fontanar, para las que el Consistorio baraja multitud de ideas. Hay muchas opciones. Desde un campo de golf, hasta una zona de hípica, pasando por huertos de alquiler. Alternativas que aún se pueden concretar pero que sin duda serían del beneplácito del benefactor y de sus familiares que verán, de este modo, cumplida su última voluntad.
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