Las cuentas del abuelo Miguel

26/01/2019 - 17:59 José Serrano Belinchón

El presupuesto de la Diputacion para inversiones en un año es lo que se viene pagando por un futbolista cualquiera en un equipo de fútbol de Primera División.

 Mi abuelo Miguel era un anciano al que conocí hace veinte o treinta años en uno de los pequeños municipios del Alto Señorío Molinés. Era un hombre encantador, entrado en edad, con el que compartí una de las dos manzanas que llevaba en el bolsillo y un rato largo de conversación, sentados en un banco por el camino de la ermita. Al abuelo Miguel no le cuadraban muchas de las cosas que decían en la televisión o leía en el periódico, porque contaban cosas que no eran verdad para engañar a la gente. Era un hombre listo el abuelo Miguel, como casi todos los ancianos de nuestros pueblos, que durante el buen tiempo se salen a tomar el sol por las afueras, y se sientan en los bancos o en cualquier piedra donde tienen costumbre. Echan la mañana a cavilar en muchas cosas del moderno vivir, que ellos no comprenden.

            -¡Cállese, cállese! –me acabó diciendo el abuelo Miguel- Que lo que dijo anoche la televisión no tiene ni pies ni cabeza.

            Pues bien; acabo de leer el titular de la página con la que abría nuestro periódico el viernes de la semana pasada, lo que me llevó enseguida a pensar sobre la razón y la sinrazón de las cosas que pasan, un poco al uso del débil caletre de don Quijote. El titular al que me refiero era éste: “Diputación destinará 30 millones de euros a inversión a lo largo de 2019”. De esa redonda cantidad, veintitrés millones se dedicarán a inversión, y el resto irán destinados al apoyo de proyectos municipales. Bien; ni entro ni salgo en la distribución, supongo que será, más o menos, lo que se necesita para dar solución a los compromisos anuales de la Institución Provincial, y que será el resultado de un estudio ajustado al apremio  real de lo que los varios centenares de municipios precisen, teniendo en cuenta las previsibles necesidades.

Pero…, nadie me puede impedir que, empleando la misma filosofía del abuelo Miguel, me ronde por la cabeza que esa, y aun mayor cantidad, es lo que se viene pagando por un futbolista cualquiera en un equipo de fútbol de primera división, y que si se piensa en los considerados “estrellas”, habría que multiplicar por tres, por cuatro, o tal vez por más, el presupuesto de toda una Diputación Provincial, como lo viene a ser la nuestra; lo que equivale al gasto oficial previsto para atender la urgente necesidad de cuatrocientos lugares habitados, tantos de ellos huérfanos de cualquier otra fuente de ingresos.