Las viviendas de Laguna Colmada

22/01/2018 - 13:11 Redacción

 El retorno debe ser en óptimas condiciones.

Incertidumbre, desasosiego, molestias, incomodidades, trastornos, malestar, preocupación. Es el día a día, desde el pasado 11 de enero, de 46 familias de Guadalajara que, de repente, en medio de la noche, fueron evacuadas de sus viviendas por problemas de seguridad en el inmueble. Algunos volverían días después para de nuevo ser desalojados. Todos sobreviven ahora como pueden, bien en casas de familiares o amigos, en algún piso alquilado o en hoteles. Ahora, sin saber ni cuánto tiempo estará el edificio en  obras, pero sí que durarán  bastantes meses las reparaciones, deben tomar decisiones sobre su futuro, en muchos casos con niños o personas mayores afectadas. En el aspecto positivo, y muchos de ellos así lo han constatado, hay que destacar el impecable, aunque también exigible, comportamiento de las  administraciones- Junta de Comunidades y Ayuntamiento de Guadalajara- que desde un principio han actuado con prudencia, velando por la seguridad de las personas, mostrando sensibilidad  y dando todo tipo de facilidades. Distintos políticos están pendientes de la evolución de la situación, en contacto directo con las familias, en reuniones con técnicos y trabajadores sociales, dando respuestas  y optando finalmente por la mejor de las soluciones que pasa por analizar en profundidad el estado de las casas para realizar la obra necesaria. El retorno debe ser en óptimas condiciones.  Y mientras tanto atender a cada familia teniendo en cuenta sus problemas, sufragando gastos de alquiler, hospedaje, guardamuebles, mudanzas…  y facilitando su acceso a otro hogar pues después de semejante susto a muy pocos les quedará ganas de volver. De momento se pondrá a su disposición viviendas públicas también en Guadalajara, de acuerdo con criterios sociales y priorización personal. Otro tema, para eso sirven las leyes y la Justicia, tras las investigaciones pertinentes, será determinar las responsabilidades en que se hayan podido incurrir por defectos de construcción o de posterior mantenimiento en un edificio de poco más de diez años, propiedad de Gicamam.