Libertad de expresión y manifestación

07/06/2014 - 23:00 Antonio Valverde

Todo está escrito y bien pactado. A la muerte de Franco los representantes de la vida pública de unas y otras tendencias supieron llegar a un pacto de Estado del que era piedra angular la figura de don Juan Carlos. España estaba y siempre estará dividida en dos formas de pensar, fruto de una larga contienda civil llena de odio, crímenes e historias particulares y de un régimen dictatorial de casi cuarenta años en el que uno de los bandos mandó sobre el otro. Las heridas siempre estarán abiertas, pues siempre habrá hijos , nietos o descendientes de unos y otros que recordarán su particular historia, aunque con el tiempo se mitigará el dolor. El pacto de Estado que supuso la Constitución Española ha permitido vivir en paz y libertad cuarenta años. Tal vez sea el momento de actualizarla porque las sociedades avanzan, pero ha de hacerle con el mismo consenso y sentido del bien general que primó en aquellos años.
Se debe ceder del interés o de la preferencia ideológica en favor de crear un marco de convivencia en el que todos tengan cabida. No es fácil, por supuesto, cuando se quiere llevar a la práctica, pero al menos las bases están sentadas. El pasado lunes sentí una sensación desagradable cuando al pasar por la plaza de Santo Domingo vi banderas preconstitucionales y ese slogan “Ni rey, ni amo, anarquía”. Todo pueblo debe gobernarse de alguna manera, esa anarquía no cabe en la cabeza de nadie. Sería la destrucción. Piden un referéndum que legitime la monarquía. Eso sí tiene sentido y lógica, incluso puede que fuese bueno escuchar al pueblo en las urnas porque esta sociedad no es la de hace cuarenta años, para bien, y para mal. Yo creo, y es sólo una opinión, que debe seguirse el cauce constitucional, sin consulta.