Líderes nacionales en gestión de la dependencia, en sensibilidad social
En apenas diez años la región de Castilla-La Mancha ha pasado del suspenso en la valoración del Dictamen del Observatorio Estatal de Dependencia al primer puesto entre las regiones españolas.
En apenas diez años la región de Castilla-La Mancha ha pasado del suspenso en la valoración del Dictamen del Observatorio Estatal de Dependencia al primer puesto entre las regiones españolas. De 100.000 prestaciones que se comprometió a alcanzar en esta legislatura el presidente, García Page, durante su último discurso de investidura, hasta las 115.000 que se plantea ahora, siendo en la actualidad más de 72.000 las personas que son atendidas diariamente dentro del Sistema. Otro dato importante es el tiempo medio en la tramitación de los expedientes que se sitúa en 194 días en la región cuando la media nacional es de 324. A ello se suma el crecimiento, año tras año, de la partida presupuestaria en esta materia, superando el 68% de incremento desde 2015, así como el empleo generado, más de 26.000 trabajadores dedicados a prestar servicio a usuarios de dependencia, récord en la evolución de la región, habiéndose superado el mal momento de la pandemia.
Son cifras que reflejan la realidad de la apuesta del ejecutivo por la ayuda a los que más lo necesitan, a aquellos que dependen para su vida diaria del auxilio de alguien por edad, enfermedad o incapacidad. Cada vez, por fortuna, la esperanza de vida de la población es mayor, y por desgracia los recursos económicos o las circunstancias de las familias impiden en muchos casos el óptimo cuidado de quien lo precisa, que, a veces también, puede encontrarse en situación de soledad. Los grados de la dependencia son distintos en función de cada situación particular, pero todas las solicitudes atendidas lo son porque hace falta esa aportación desde el sector público para complementar el esfuerzo particular.
No hace tanto, la ley de la Dependencia se aprobó en tiempos del Gobierno de Rodríguez Zapatero, se consideraba un problema doméstico la atención al anciano o al enfermo. Ahora existe la conciencia social, la legislación oportuna, la sensibilidad social en los gobiernos, para entender que en las familias hace falta ayuda, en mayor o menor medida, desde una aportación económica, al servicio de un empleado de hogar durante unas horas o una plaza en un centro de día, por ejemplo, para facilitar la conciliación laboral o el descanso del cuidador. Y eso lo podemos necesitar cualquiera en cualquier momento. Ello habla de nuestro avance como sociedad y debe ser motivo de orgullo y tranquilidad.