¿Llegó la primavera?

20/05/2018 - 12:46 Luis Monje Ciruelo

En la Campiña Baja puede brillar el sol y hacer un día casi veraniego, y en Galve de Sorbe estar nevando.

Lo que de la primavera solemos escribir en circunstancias normales al llegar en marzo a este equinoccio, vale este año, dos meses después, en que parece que la climatología se asienta, con permiso de los hombres y mujeres del tiempo, aunque seguimos teniendo dudas, a juzgar por su anuncio de tiempo inestable con descenso de temperaturas e incluso nevadas. No podemos, por tanto decir con seguridad, como Virgilio en su “Églogas”, “que ahora el bosque está cubierto de hojas, que ahora el año está en su más bella estación”, pero yo, que conozco la provincia mejor que Virgilio, decía ya hace un par de semanas en mi Brújula  titulada “Al pie del Ocejón sin verlo”, que los campos mostraban en la Campiña diversas tonalidades de un verde jugoso en contraste con el amarillo brillante de los cultivos de colza, cada vez más abundantes en esa zona. Semánticamente, “primavera” significa primera mirada, más bien podríamos decir nuevo renacimiento al calor del Sol que con  sus movimientos y aproximaciones a la Tierra suscita los equinoccios y solsticios, que son los mismos. Pero no simultáneamente, en todo el planeta. Cantamos hora la llegada retrasada de la  Primavera en el hemisferio Norte, pero en el del Sur, si lleva el mismo ritmo, está empezado el Otoño. Las reacciones en los dos son idénticas, aunque contrapuestas en el tiempo A los europeos nos sorprende que en el Sur de América haya comenzado el Otoño, y que lo que aquí es una explosión de vida y esperanza, allí sea un inicio de abstracción y recogimiento ante el tiempo que se avecina, como comprobé en mayo de 1.999 en el aeropuerto de Buenos Aires al salir del avión con atuendo otoñal y encontrarme una temperatura casi veraniega, lo que me obligó a despojarme de alguna prenda antes de pisar tierra bonaerense. Claro que algo parecido sucede ahora sin salir de nuestra provincia  si entramos en el coche en mangas de camisa en Azuqueca de Henares (626 m. de altitud) y salimos en Galve de Sorbe, (a noventa kilómetros y  1.364 m. de altitud), casi al pie casi del Pico del Lobo, de  2.274 metros, el más alto de Castilla-La Mancha. En la Campiña Baja puede brillar el sol y hacer un día casi veraniego, y en Galve de Sorbe estar nevando, algo lógico en un pueblo que está al pie de los “dosmiles” de Guadalajara, entre ellos el Pico del Lobo.