Los agricultores explotan
Precios justos y ajustados por la falta de rentabilidad de las explotaciones es la principal de sus reivindicaciones.
Los problemas no son de hoy, sino que se arrastran desde hace años sin que se aporten soluciones desde las administraciones. Esta pasividad está llevando a la pérdida de la paciencia y la urgencia de agricultores y ganaderos de levantar la voz para hacerse oír y que se comprenda que no pueden permitirse seguir más tiempo en una situación límite, especialmente en lo que a los precios que cobran por sus productos se refiere, algunos invariables desde hace veinte o cuarenta años, mientras los costes de producción suben; soportan precios del exterior a valor de mercado que afectan a la miel, la carne, el aceite o el vino; y sufren estrictas normativas en su producción, mientras el consumidor final paga por ellos bastante más, por lo que algo falla en la cadena alimentaria, en los intermediarios. Precios justos y ajustados por la falta de rentabilidad de las explotaciones es la principal de sus reivindicaciones, pero también preocupan mucho los recortes presupuestarios de la nueva Política Agraria Comunitaria (PAC). Piden medidas políticas, intervención en los precios, ayudas, porque así no habrá relevo generacional por falta de atractivo para seguir y esta realidad, además, en nuestra provincia supone un jaque mate a los pueblos, a las zonas más despobladas donde la poca actividad que se genera, ante la falta de industria, viene precisamente del campo. Familias enteras, desde los abuelos a los niños, cientos de personas, doscientas de ellas subidas en tractor, y otras tantas a pie, lo manifestaron el viernes en Molina, para que los gobernantes entiendan su agónica situación, su repercusión en la economía, la importancia de su función, con el slogan de sin campo comeréis asfalto y la obligación de actuar. Son gente trabajadora, honesta, que se rebela porque no puede más, está al límite, y en la provincia lo dijeron de manera contundente, pero también en otros muchos lugares de España. Es una revolución tranquila –aunque en algunos sitios, no aquí, se hayan vivido incidentes–, un clamor, un anacronismo que une a las asociaciones agrarias y no tiene color político, solo el de la razón, el sentido común, la justicia y la necesidad. En Guadalajara, agricultores y ganaderos son figuras claves para la supervivencia de los pueblos y en todo el mundo, también, para que no falte el alimento en nuestras mesas. Al parecer estos temas estarán mañana presentes en el Consejo de Ministros. Una buena noticia.