Los enemigos de lo ajeno rondan las iglesias de nuestros pueblos

El reciente robo del copón de la iglesia de Humanes ha causado una gran consternación en la provincia. Y no sólo por el interés patrimonial que encierra, sino también por la violación sacrílega que ha supuesto este hecho para los fieles de esa parroquia y  para los creyentes religiosos, en general.

Lo cierto es que los enemigos de los ajeno rondan nuestras iglesias, aprovechando la despoblación de nuestros pueblos y las insignificantes sanciones a que se enfrentan en el caso hipotético de que fueran sorprendidos in franganti o descubiertos.

La parroquia de Masegoso, también ha sufrido recientemente algún pequeño robo y varios intentos que, aunque no revisten la gravedad del de la parroquia de Humanes, han causado inseguridad y desasosiego entre los vecinos; sobre todo, porque estos ladronzuelos se sienten impunes y pueden volver a intentarlo en cualquier momento. Los hechos han ocurrido cuando todavía estábamos inmersos en las labores de limpieza, tras la reciente restauración de los tejados de la iglesia. Hace unos días, nos vimos sorprendidos por el robo de la teja vieja sobrante y otros más tarde,  con que la puerta del baptisterio había sido  forzada de forma reiterada. Es evidente que el valor de lo sustraído es nimio, pero  la sensación de inseguridad que esto causa en la población de nuestros pueblos, escasa y envejecida, es enorme.  

Entre las medidas que se están tomando contra el despoblamiento,  garantizar la seguridad de los habitantes de nuestros pueblos debería de ser una de las más prioritarias. ¿Por qué no graduar las sanciones de forma inversamente proporcional al número de habitantes de los núcleos donde se producen los robos? Los políticos y autoridades involucrados en  la elaboración de esta normativa conocen sobradamente la inquietud del mundo rural ante la falta de seguridad de nuestros pueblos. Aún están a tiempo de revertir este problema. No nos defrauden una vez más.