Los maestros en primera línea con vocación
Hemos cambiado el aula y la tiza, por la intimidad de nuestras casas y el ratón del ordenador.
Me rondaba por la cabeza la idea de los trabajadores de primera línea que tanto hemos alabado y reconocido en estos días, ¡unos grandes profesionales vocacionales!
Esa primera línea no siempre va vestida con “epis” y pijamas sanitarios, hay más vocaciones que estos días están luchando a pleno pulmón. Quizá sin mascarilla y sin pantalla protectora, pero con una máscara pintada de sonrisas, de esperanza, de ánimo y de ganas de que todos aquellos que un día tendrán que procurar por nosotros no pierdan el ánimo, las ganas de aprender, las formas de relacionarse, la esperanza de vivir en definitiva. Sí, soy maestra y estos días también creo que estamos siendo un colectivo importante, unos luchadores incansables.
Hemos cambiado el aula y la tiza, por la intimidad de nuestras casas y el ratón del ordenador. Al otro lado, cada alumno es una historia: unas veces intensificada por el covid; otras veces simplemente reflejando una realidad.
Cada día, y ya son muchos, y sin vacuna, hemos aguantado críticas, sugerencias, intencionalidades de padres, de ajenos y de expertos. A pesar de todo, seguimos en la primera línea con vocación, con ganas y sin desasosiego porque amamos nuestro trabajo, porque queremos y añoramos a nuestros alumnos; porque la mejor mascarilla que podemos usar es dar a “esos locos bajitos” la fuerza, el coraje y la gallardía para enfrentarse a las dificultades de la vida: ahora se llaman covid-19, mañana ¿quién sabe?
Pero también queremos que su pantalla en la lucha no sea de metacrilato, sino de ilusión, de esperanza, de fuerza y de unidad, porque nosotros, los maestros vocacionales, estamos y estaremos siempre en la primera línea: ¡al lado de nuestros alumnos!