Los retos del sector primario
Los conocedores del sector con los que Nueva Alcarria han hablado este viernes para la edición de un suplemento especial coinciden en diagnósticos y soluciones.
La situación de crisis sanitaria ha tenido como uno de sus efectos la puesta en valor del sector agroalimentario que desde la misma declaración del estado de alarma fue considerado esencial porque nada hay más perentorio que satisfacer la necesidad de alimentación de las personas y en ningún momento ha faltado el abastecimiento a tiendas y supermercados. Merecen el reconocimiento, agradecimiento y aprecio de la sociedad, pero sobre todo que se haga justicia con una situación que escapa a la razón más elemental, la de los precios que cobran por sus productos, los mismos que hace treinta años, cuando los costes suben como la vida misma. Precios justos para el agricultor, el ganadero y el consumidor fue su reivindicación en las calles al principio del año que cesó por responsabilidad ante la pandemia pero caló en el Gobierno con la aprobación de la Ley de la Cadena Alimentaria que garantizará que cada operador pague al inmediatamente anterior un precio igual o superior al coste efectivo de la producción. El cumplimiento en la práctica de esta normativa es uno de los retos del gremio que va unido al de hacer posible el relevo generacional en las explotaciones. La falta de rentabilidad en las mismas, precisamente por los estancados precios, es una de las causas que retrae a los jóvenes para ser parte de este mundo aunque puedan seguir con las empresas de sus padres o abuelos. Otro reto, en plena negociación de la PAC, que regulará las subvenciones entre 2023 y 2027, será que no se reduzca el importe de los derechos por hectárea, mal endémico cada vez que se reforma la normativa. Este objetivo, que afecta a la competitividad, está en manos de la negociación política al igual que las medidas medioambientales que se decidan, que han de ser acordes a los cultivos de la provincia, lo que ahora se llama los eco-esquemas. Salvar la ganadería, particularmente la ovina que cada día pierde censo, conseguir indemnización por la pieza de ganado que se pierde y no se contabiliza tras el ataque de los lobos, problema grave en la Sierra Norte o la mejora del regadío, porque muchas veces no está el agua asegurada, son otras necesidades de una actividad económica fundamental en la lucha contra la despoblación en el medio rural. Las dificultades y los objetivos están claros. Los conocedores del sector con los que Nueva Alcarria han hablado este viernes para la edición de un suplemento especial coinciden en diagnósticos y soluciones, así como en el peso para la economía de la actividad agrícola y ganadera tan extendida en la provincia, llamada a ser la tabla de salvación de la parte amenazada por la despoblación en alianza con los grupos.