Los trasvases a Levante
Lo que no se puede hacer es arruinar una determinada comarca en beneficio de otra de forma tan desconsiderada.
Siempre pendiente de lo que acontece en Guadalajara y provincia por mediación de Nueva Alcarria, sorprende la noticia de que el Estado aprueba el envío de 60 hectómetros cúbicos al Levante desde la cabecera que a primeros del mes de abril se encontraba al 19% de su capacidad.
Determinaciones que están muy bien, da de beber al sediento, pero eso sí, cuando Entrepeñas y Buendía tuviesen exceso de agua pero no bajo mínimos como desgraciadamente se encuentra en los últimos tiempos. Lo que no se puede hacer es desnudar a un santo para vestir otro.
Que la cuenca del Júcar y Segura tiene problemas de sequía ante la escasez de lluvia en esa región pues habrá que poner en marcha las desaladoras o bien, lo mismo que se rescatan autopistas que están en quiebra, construir obras hidráulicas para canalizar las aguas del Ebro o Duero que inundan en estas fechas los márgenes de sus orillas y, aunque son sucesos esporádicos, es una pena que el preciado líquido termine en el mar cuando tanta falta hace en otro punto de España.
Lo que no se puede hacer es arruinar una determinada comarca en beneficio de otra de forma tan desconsiderada. Si no hay agua normal que se proporcione a los que la necesitan, pero sin que ello sea un perjuicio para los demás.
Dejar los embalses de Sacedón casi secos por los trasvases es lo mismo que tratar de acoger, que por otra parte sería lo ideal, a todas las personas que a diario llegan a nuestras costas en pateras teniendo en cuenta la precariedad laboral que tenemos. O considerar protesta el cortar una autopista con una barricada de neumáticos en llamas o patear los coches de la Guardia Civil. O condenar a un anciano a prisión por defenderse en su casa de la acción de unos atracadores. En definitiva por más que lo intentemos no se puede negar lo evidente ni sacar de donde no hay.