Mayoría de edad con nuevos retos
La miel de La Alcarria cuenta, desde el siglo XVII, con un reconocimiento prácticamente universal y ha sido la gran embajadora gastronómica de la provincia. El prestigio de nuestra miel ha saltado ya las fronteras. Aunque no ha perdido el carácter familiar de la actividad, la comercialización de una de las mieles más conocidas del planeta ha visto cómo desde la consecución de su Denominación de Origen, su promoción ha ido en ascenso. Hace 18 años de aquel noviembre de 1992, en el que el Diario Oficial de Castilla-La Mancha publicaba una orden por la que se aprobaba el reglamento de la Denominación de Origen Miel de la Alcarria, así como su Consejo Regulador. Empezaba ahí un camino que, ahora, en pleno siglo XXI afronta nuevos retos. De la comercialización se ha pasado a apostar por la promoción e, incluso, por la internacionalización del producto. Pero no se habría llegado a este punto sin un importante esfuerzo empresarial y, porque no decirlo, institucional. No en vano, uno de los principales cambios que tuvo que afrontar esta denominación fue su desvinculación de la Administración regional, pasando de ser un Consejo Regulador, organismo integrado en la Consejería de Agricultura de la Junta de Comunidades, a una fundación en la primavera de 1999. Era un organismo, lo suficientemente maduro como para continuar su andadura, aunque no en solitario, pues el apoyo del Gobierno regional y de la Diputación, entre otras instituciones, siempre ha estado ahí, de un modo u otro. Con este respaldo y el empeño de unos pocos productores, la D.O alcanza una mayoría de edad con nuevos retos. Entre ellos: seguir manteniendo su prestigio y adaptarse a los cambios que exigen el mercado y la normativa que lo regula, que en la última década se han intensificado de forma especial desde la Unión Europea. De la tradición se ha pasado a la semi-profesionalización del sector, pero en ese transito no se ha perdido el mimo por el producto, ni se ha olvidado el buen hacer, lo que se convierte en el mejor reflejo del trabajo desarrollado por la denominación de origen y por los apicultores de pro que pasean y seguirán paseando el nombre de La Alcarria, por todo el mundo.