Memoria del comunismo: De Lenin a Podemos
Comentario al best- seller de Federico Jiménez Losantos.
Me parece obligado comentar el best-seller de Federico Jiménez Losantos (La Esfera de los Libros, 2018), que en unos meses ha alcanzado la 18ª edición. Yo poseo la 12ª y de ella tomo mis citas. La extensión de este artículo no me permite dispersarme en elogios ni en opiniones mías; me concentro en el libro, que abarca 759 páginas. Después del prólogo, está dividido en 8 capítulos, pero muy extensos y subdividido cada uno en distintas secciones. El más corto es el primero, cuyo título general es “Cien millones de muertos” Quizá los nostálgicos actuales de la URSS consideren exagerada y, por tanto, falsa, la cifra que introduce al capítulo. Pero el autor simplemente transmite el dato aportado por “el periódico más importante de Rusia, Izvestia” (p. 55). Aquí no hay propaganda sino hechos documentados en un estudio de prodigiosa erudición. Los capítulos 2º y 3º se titulan respectivamente “El socialismo francés y el origen de la ceguera voluntaria ante la URSS”, y “Lenin”. Aquí me concentro en el capítulo 4º, titulado “Stalin y la guerra de España” (349-495), subdividido en 26 secciones. El lector tendrá que ponderar—si busca honradamente la verdad—tesis como éstas: “En realidad lo que [hoy] se quiere finiquitar es, como en 1936, la libertad. Y España es el cadáver que se quiere echar a la cuneta…La lucha contra Franco, tan antifascista, o sea, tan falsa como en el 1936, se ha convertido en la más eficaz herramienta de deslegitimación de la democracia y de la propia existencia de la nación española” (p. 350). “Tanto entonces como ahora, lo que hacía la izquierda estaba bien, aunque estuviera mal, porque lo hacía la izquierda. Y lo que hacía la derecha estaba mal, aunque estuviera bien, porque lo hacía la derecha” (p. 364). En el libro estas frases son el colofón de extensas aportaciones de datos; aquí, desgajadas del contexto, deben ser estímulos para leer el libro o para pensar seriamente en su contenido; en todo caso, es asombrosa la complacencia de la izquierda española en su pretendida superioridad moral e intelectual. Una sección especial del capítulo sobre la guerra se titula “Negrinete y Prietadillo en la república de Monipodio” (492-495). Es palmaria la alusión a los cervantinos Rinconete y Cortadillo, los dos pícaros del patio de Monipodio en Sevilla. Negrinete es Juan Negrín, y Prietadillo, Indalecio Prieto, el primero, presidente del gobierno desde mayo de 1937, y el segundo ministro de la guerra con Negrín hasta abril de 1938. Los dos robaron depósitos del Banco de España, del Monte de Piedad y monedas de incalculable valor del Museo Arqueológico Nacional, que Prieto mandó fundir en lingotes para borrar todas las pistas. De Prieto dice el libro: “La JARE, luego CAFARE, que creó para competir con la SERE de Negrín, se dedicó a la compra de voluntades y bolsillos [de México], no a ayudar a exiliados” (492). Y después de reproducir un párrafo de Negrín, infiere Jiménez Losantos: “Ningún gobierno que no sea una banda de ladrones, facilita a sus partidarios el dinero que es de todos, y menos si el país está destrozado porque ese gobierno quiso continuar dos años una guerra perdida para seguir en el poder y favorecer a la URSS” (494). Hoy algunos historiadores izquierdistas reivindican la gestión del presidente republicano, pero es imposible justificarla. Después de presentar el epigonismo y la amenaza comunista de Podemos, el Epílogo: “Del Austria de Mises a la España de Juan de Mariana” (601-678) presenta los rasgos definitorios de la Escuela austríaca de economía, y culmina en un estudio breve, pero magistral, de la lucha por la libertad en la escuela de Salamanca de nuestros siglos XVI y XVII, y sobre todo, del Padre Juan de Mariana (1536-1624). El placer de esta resurrección de nuestra gran escuela se ensombrece al final con los anexos: Mapa del gulag en la URSS, “Algunos métodos de tortura en la Cataluña de 1936”. No sigo: ¿Hay personas tan degeneradas que mandan torturar o se prestan a torturar a otras?