Navidades condicionada y regladas
Las condiciones para juntarnos o vernos se relajan un tanto para hacer menos difícil las ya duras circunstancias de unas fiestas que en poco hacen honor a tal denominación.
Tras un año atípico, plagado de suspensiones de actos o celebraciones telemáticas desde marzo, llegan unas navidades diferentes, limitadas en las manifestaciones o expresiones de alegría, sin parte de su magia como son los certámenes o rondas que llevan la música a los distintos rincones de la provincia, los multitudinarios vermús, las cenas o comidas de los compañeros de trabajo o la trasnochada por lugares de ocios para festejar el cambio de año entre otros momentos que las caracterizan. Eso ya lo sabíamos pues es lo razonable e inevitable en estas circunstancias pero conocer hasta dónde llegan las restricciones es algo que nos han explicado esta misma semana, sujeto a cambios por la mala tendencia de los últimos días. El propio Gobierno nacional avisa de posibles endurecimientos y la Junta de una revisión de la situación sanitaria cada tres días y posible “marcha atrás” en alguna medida si es aconsejable. De momento cierta flexibilización del 23 de diciembre al 6 de enero, días principales de estas fechas navideñas, los de las vacaciones escolares y en los que se circunscriben los festivos más significativos. Las normas siguen prohibiendo más de diez personas en las reuniones fijando condiciones según grupos de convivientes, los mayores podrán salir de las residencias para estar con sus familias, el regreso al domicilio después de brindar por el nuevo año o celebrar la Nochebuena se retrasa hasta las 01.30 y se podrá salir y entrar de la región con las personas más cercanas- si bien nunca llega a definirse ese término de allegados-. Las condiciones para juntarnos o vernos se relajan un tanto para hacer menos difícil las ya duras circunstancias de unas fiestas que en poco hacen honor a tal denominación. Responde a la necesidad anímica de todos de compartir días tan especiales con los seres más queridos, de mantener la ilusión de los pequeños y de no ahogar más la economía, pero sabemos de los riesgos que conlleva por las advertencias de muchos epidemiólogos y la experiencia del verano que llevó a la segunda ola todavía no superada. Por respeto a los que ya no están por culpa de la pandemia y por las previsibles consecuencias cumplamos con las nuevas normas- sean las que sean al final-, observemos las repetidas precauciones, no confiemos demasiado en los test, de relativa utilidad, pequemos de prudencia y seamos responsables por lo que nos va en ello.