Ni partido ni cabeza

10/12/2016 - 19:46 Antonio Yagüe

En la escuela de mi pueblo nos sabíamos los nueve partidos judiciales de la provincia de carrerilla.

En la escuela de mi pueblo era obligatorio saberse de carrerilla los nueve partidos judiciales de la provincia (Atienza, Sigüenza, Molina de Aragón…) E incluso de las limítrofes Zaragoza y Cuenca. Hubo que copiarlos y recitarlos muchas veces. En los  ochenta se redujeron a tres. Todo indica que los chicos de hoy lo tendrán más fácil: solo deberán saberse uno, la capital. Pero para sus padres y quizás ellos, será más complicado: deberán recorrer hasta 200 kilómetros para ir al juzgado si viven, pongamos por caso, en Alustante, Orea o Algar de Mesa.
El descabezado ministro Ruiz-Gallardón fue el padre de la criatura o plan para reformar de la administración territorial de la Justicia. Planteó reducir de 451 a 250 los partidos judiciales españoles, empezando lógicamente por los más pequeños. Molina de Aragón y Sigüenza fueron los primeros señalados. Tras el último año de desgobierno, los actuales presidentes de los tribunales de justicia de todas las comunidades autónomas han acordado por unanimidad recordarle a Rajoy  que se ponga manos a la obra.
    Cierto que nuestro partido figura a la cola de España  en procedimientos civiles y que no cumple el requisito de una población mínima de 100.000 habitantes fijado en la reforma. Pero  a ningún padre justo se le ocurriría dar peor trato a un hijo por ser el más pequeño. Sobran razones objetivas y racionales de peso para mantenerlo. Se da servicio a un centenar de localidades, con una población muy envejecida. La atención en Guadalajara tropieza con la falta de trasporte público oficial, y hay que invertir como mínimo cuatro horas entre ir  y volver con adversa meteorología en época invernal.
    “La pérdida del juzgado sería una herida mortal  para una zona económicamente, socialmente y demográficamente deprimida”, resumen indignados los profesionales molineses vinculados a la administración de justicia. Junto a su inexorable partida si llega el éxodo, se desangrarían las actividades propias de la demarcación de un partido, como la Notaría y  el Registro, y una importante actividad económica.
    A la España vacía, que tan magistralmente ha descrito el casi paisano Sergio del Molino, va camino de seguirle la España sin justicia a mano. Una inconcebible Molina, sin partido y  puede que ni  cabeza. Pero con caciques autóctonos y foráneos que campearán más sueltos que el Tempranillo.