No al olvido del genocidio armenio

17/04/2015 - 23:00 Garegin

Sin más dilación, cuando ha pasado ya más de un siglo del genocidio armenio, es hora de que Turquía tenga el valor de reconocer unos luctuosos hechos que se sucedieron en su territorio y en donde estuvieron implicadas, en la organización de los mismos, las autoridades turcas de entonces. Dos millones de civiles armenios desarmados, incluyendo niños, mujeres y ancianos, fueron asesinados en ese episodio trágico de la historia de la humanidad. Además, este año es una ocasión histórica para que el ejecutivo de Ankara lo haga, ya que se celebra el centenario del genocidio armenio (1915-2015) y a tal fin las autoridades de Armenia celebrarán una serie de eventos en Yerevan. También la diáspora armenia, repartida por todo el mundo y descendiente directa de las víctimas de esa matanza, organizará una serie de eventos, conferencias, exposiciones y actos para recordar los trágicos sucesos que ocurrieron desde finales del siglo XIX y hasta aproximadamente el año 1923. Las primeras masacres, que no estuvieron planificadas y organizadas desde el poder como las que ocurrieron después, acontecieron entre 1894 y 1897. Cifras bien documentadas estiman que a finales del siglo XIX había unos tres millones de armenios viviendo en Turquía; hoy apenas quedan 30.000 y una buena parte de lo que era la Armenia histórica quedó incluida en el territorio turco actual. Numerosos monumentos, iglesias, monasterios, cementerios, edificios civiles y simples viviendas, junto con un legado artístico y cultural de enorme riqueza, fueron destruidos para siempre durante esa periodo de barbarie, tragedia para el pueblo armenio e impunidad ante tanto crimen. Los líderes turcos de entonces, entre los que sobresalieron por su brutalidad el sultán Abdul Hamid II y el ministro Mehmet Talaat, querían borrar todo rastro de la cultura, la identidad y la presencia de los armenios en Turquía, porque aquello de lo que no se conserva nada, ni siquiera un fósil, realmente pareceque nunca existió. La realidad desnuda, el vacío dejado por los que fueron expulsados o exterminados, estará de parte de los genocidas.Pero la historia no se puede borrar ni negar. Armenios de las iglesias destruidas y los cementerios arrasados con saña asesina, armenios de la tierra quemada y las tumbas saqueadas, la historia siempre les recordará y nadie podrá reemplazar el recuerdo y la memoria por el olvido y la ignominia, tal como todavía pretenden algunos. El genocidio al que nos referimos fue un conjunto de matanzas, asesinatos y expulsiones en masa del colectivo armenio que vivía en Turquía tras la implosión del Imperio Otomano, aunque, como se ha dicho ya, antes de que se produjeran esos acontecimientos hubo algunas masacres de armenios. Miles murieron asesinados, otros murieron de hambre en las caravanas de la muerte y otros, arrojados a los ríos para que, exhaustos, se ahogarán. Al exterminio masivo de los armenios le siguió la destrucción material de la cultura y la arquitectura de este pueblo milenario. Hay decenas de testimonios de la época, entre ellos los de numerosos periodistas, diplomáticos y militares, que dan fe de la crudeza y brutalidad de aquella gran carnicería humana que terminó para siempre con la vida armenia en Turquía.