Otoño
Es grato recordar aquellas nocturnas horas de reunión familiar ante esa repleta lumbre de la chimenea del hogar para mitigar en parte esas noches otoñales del preludio invernal.
Templada época de esta estación del año entre el equinoccio de su nombre y el solsticio de invierno.
Con las faenas de la recolección terminadas, las eras limpias y éste paréntesis de realizar la siembra en esta llamada tercera época de las hierbas, es grato recordar aquellas nocturnas horas de reunión familiar ante esa repleta lumbre de la chimenea del hogar donde se venía a comentar cuentos, juegos o chascarrillos para mitigar en parte esas noches otoñales del preludio invernal, como anticipo o noticiario con los vecinos, sin otros elementos de juicio, perdonando algunas horas de sueño sobre las que siempre tenían prioridad las referencias de los abuelos.
Por la mañana temprano después de unas buenas gachas o migas de almuerzo, la visita a los huertos ante la realidad de valorar los daños de esas primeras noches de hielo, que en pocas horas queman tantos esfuerzos en mantenerlos. Así van pasando al recuerdo tantos y tantos momentos de nuestras vidas, que poco a poco van llenando ese llamado ‘Baúl de los recuerdos’.
De esta manera sencilla el otoño, igualado en sus horas de día con las noches, nos va haciendo sentir como antídoto a esas largas noches de invierno, en las que muchas veces a lo largo de nuestras vidas la indolencia se apodera de nuestros cuerpos invitando al reposo y la soledad, confundiendo épocas o acontecimientos hasta que un resurgir de energía hace desvanecer esas nebulosas y el rigor del cerebro nos remite a la vida activa.
Para no hacerme pesado en la seguridad de que en esta estación del año son muchas las noticias que de ello se pueden memorizar como jubilado y puro pasatiempo hoy dejo pasar... es el otoño.