Otro amigo se fue

12/11/2016 - 14:48 Luis Monje Ciruelo

En este caso hablamos de mi amigo Emilio Cuenca, cuya esquela salió hace dos semanas.

 En este tramo final de los que hemos vivido muchos años, rara es la semana en que no nos llega el adiós definitivo de alguien, amigo o conocido. En este caso  mi amigo Emilio Cuenca, cuya esquela salió hace dos semanas. Un amigo al que debo un agradecimiento que no supe darle en vida. Hace tiempo escribí unas Quintillas para Senectos que dediqué  a mis coetáneos, paseantes mañaneros, como yo, por el  parque de San Roque. A Emilio le gustaron sin saber que estaba al final de su trayecto.  Pero no a todos, quizá porque dicen algunas verdades. Digo en ellas: La vida es sólo un trayecto/ que nos lleva, curvo o recto/ ante la cara de Dios,/allí iremos, lento o presto,/el uno del otro en pos. Algunos ya se saben de memoria más de una quintilla: “Si vivir es caminar/ y caminar es vivir/ no te pares a pensar / si te tienes que sentar/ sino que debes seguir”/ “Porque la vida es camino/ a veces con mucha cuesta/ Y no llega su destino/ quien reniega de su sino /y por descansar apuesta” Y para darles ánimos les digo “Ser anciano es estar vivo/luego no es tan mala edad/ por eso no es de recibo/ que con el pie en el estribo/ olvides esa verdad”   Más adelante:”No mires siempre al pasado/ por no convertirte en sal/ si hay cosas que has olvidado/ por otras las has cambiado/ para bien o para mal”. Se ha ido este amigo, Emilio Cuenca, cuya esquela se publicó en vísperas del día que la Iglesia dedica a los difuntos. Y  no le recuerdo por eso, aunque también, sino para agradecerle públicamente mi último libro: Alcarreños de la Transición, que publiqué por sugerencia suya. Un día, en el paseo, me recordó la serie de entrevistas que hice aquí en los años 1985 y 86. “Me gustaron mucho”- me dijo-; merecerían ser recogidas en un libro para rescatarlas de las hemerotecas.” Pero habían pasado 30 años desde las entrevistas y  les pedí a todos, o a sus familiares si habían fallecido, unas 50 líneas contando qué había sido de ellos en ese tiempo, y hubo unos pocos que necesitaron casi veinte llamadas telefónicas. Pero al fin el libro salió, y me duele que no le agradeciera en vida a mi amigo su sugerencia. Lo  he hecho ya, al darle el pésame, a su viuda, Margarita del Olmo, un nombre que con el de su marido, pues firmaban juntos, ganó un merecido prestigio como investigadora de temas alcarreños, entre ellos el presunto nacimiento en Espinosa de Henares de Cristóbal Colón. Un tema que también exploró en sus ocios de jubilado el bien recordado médico don Ricardo Sanz García.