Pacto por el Agua
La falta de unidad territorial ha significado agravios, despoblación, perjuicios económicos y sociales. Se inicia un nuevo tiempo.
Nunca antes habían sido capaces los políticos de esta región de estampar su firma en un mismo documento para fijar una postura única en materia de agua. Aunque en algunas ocasiones los presidentes regionales, desde José Bono, se habían enfrentado a los jefes del ejecutivo nacional, de su mismo partido, para oponerse a los trasvases o por alguna postura concreta en política hidráulica, y a pesar de que siempre la Junta de Comunidades recurre los trasvases cuando es aprobada una derivación, la historia ha demostrado que los intereses de partido han prevalecido sobre los generales de nuestra tierra, que las formaciones se han preocupado más de contentar a su partido a nivel nacional que en discrepar por hacer bien aquí su trabajo. Muchas veces hemos pedido unidad, mantenimiento de unos postulados claros para preservar los derechos y defender los intereses de una región con agua- fuente de riqueza, elemento generador de oportunidades- que no la ha podido gestionar y aprovechar en su propio bien, sin que ello signifique falta de solidaridad. Ahora, por fin, no solo las tres formaciones políticas con representación parlamentaria opinan de igual manera, sino que, después de dialogar y negociar con agricultores, empresarios, agentes sociales, mancomunidades y colectivos implicados en la gestión hídrica- en total cuarenta y dos firmantes- han concretado esa idea común para que Castilla-La Mancha sea una única voz, como ya lo son las demás autonomías, a la hora de plantear cómo hacer las cosas y fijar criterios. La falta de unidad territorial ha significado agravios, despoblación, perjuicios económicos y sociales. No es tiempo de buscar culpables ni tampoco de poner hoy medallas a unos u a otros, sino de felicitar a todos por lograr acordar un documento conjunto, olvidar las diferencias del pasado e iniciar un tiempo nuevo, el de la defensa coherente, racional, solidaria, conciliadora y justa de lo que la región necesita para su desarrollo y prosperidad. La unidad hace la fuerza y sentarse a dialogar con otras administraciones diciendo todos los que tienen algo que opinar o influir lo mismo, más allá de sus ideologías, hará que logremos los legítimos objetivos que como región debemos perseguir. Toca seguir la línea de trabajo marcada en este documento, que no quede en papel mojado y que después sean cuales sean las circunstancias políticas en la región y en el conjunto de España cada partido siga apostando por lo que hoy se ha comprometido y asumido como programa propio.