Paradigma feminista

22/02/2016 - 23:00 Arturo Ramo

Actualmente la gran mayoría de la gente acepta las ideas feministas, como que la mujer tiene la misma dignidad que el hombre, con los mismos derechos sociales y la misma retribución económica por los trabajos similares, aunque este último aspecto aún falta avanzar para conseguir una auténtica igualdad entre los dos sexos. Todo esto se acepta pero se ponen en duda los postulados del feminismo radical.
A veces aún oímos en los medios de comunicación ideas como la subordinación e inferioridad en el que se encuentra el sexo femenino respecto al masculino. Dicen que históricamente el hombre ha marginado en todas las civilizaciones y en todas las épocas a la mujer.
Por tanto, la historia ha de comprenderse en clave de opresión y explotación. Estos conceptos tienen su origen en la praxis marxista defendida por Sartre y Marx. Siguiendo estos razonamientos se concluye que hay que suprimir la misma feminidad y que la mujer debe independizarse y liberarse de su propia naturaleza y de las funciones de la maternidad y del hogar.
Ante estas afirmaciones demasiado oídas y repetidas se tiene la impresión de que ya son viejas y pasadas de moda. Pero la realidad es otra: en la unión del hombre y la mujer se dan dos de las mayores realidades humanas: la misión de transmitir la vida y el amor humano llamado a complementarse en una entrega recíproca no solo física sino también espiritual. La mujer tiene la dignidad de traer nuevos seres al mundo y a la vez satisface su deseo íntimo de maternidad. Cuando en un matrimonio se tropieza con la esterilidad, la medicina acude a resolver el problema investigando eficaz y satisfactoriamente para conseguir la fecundidad de la pareja.
Respecto a las tareas del hogar vemos que cada vez más frecuentemente el varón a ayuda a la mujer en las tares domésticas y en la educación de los hijos. Asimismo, los políticos promueven una legislación que contribuya a conciliar la vida laboral en el trabajo y las necesidades familiares. Esto facilitará en un futuro no muy lejano que ambos padres puedan tener una vida profesional satisfactoria y una participación igualitaria en las tareas de la casa y en la educación de los pequeños.
Esperamos que la humanidad avance en un auténtico feminismo de igualdad y se vaya configurando una civilización del amor y de la paz.