Pensiones posverdaderas

27/02/2017 - 14:21 Antonio Yagüe

No han servido de mucho ni el famoso Pacto de Toledo firmado, con Felipe González en retirada, por todos los partidos para sacar las pensiones del debate electoral,  ni la creación  en el 2000, bajo el Aznarato, de un fondo para consolidarlo.

El Brexit y la elección de Trump han demostrado que hacer circular y difundir hábilmente por las redes sociales/ ‘suciales’ una mentira con apariencia de verdad -la famosa posverdad- reporta millones de votos y euros. Los agitadores en Internet propalaron que Gran Bretaña paga 10 veces más de que recibe de Europa, que con su dinero se subvencionaban los toros en España y un sinfín de barbaridades sobre los millones de rumanos, afganos, sirios e iraquíes que llegarían como inmigrantes si seguían en la UE.
    En la campaña de Trump la grosería intelectual llegó a estos niveles: hay varios millones de mexicanos delincuentes, violadores y  traficantes de drogas en EEUU; los millones  de trabajadores del automóvil y sectores industriales que perdieron el empleo fue por culpa de China y México; el Obamacare, la sanidad pública impulsada por Barack, llevará a la ruina…
    Algo parecido está ocurriendo con el sistema de pensiones de la Seguridad Social. Por cierto, no afecta a funcionarios jubilados ni a 1.554.659 “en activo”, entre los que figuran buena parte de las lumbreras que cobran por administrarnos. Pero día sí y otro también nos flagelan con tertuliasnos bien pagados y maquillados con debates plomizos, donde pintan un futuro tan apocalíptico que acojona al más pintado.
    No han servido de mucho ni el famoso Pacto de Toledo firmado, con Felipe González en retirada, por todos los partidos para sacar las pensiones del debate electoral,  ni la creación  en el 2000, bajo el Aznarato, de un fondo para consolidarlo.  Al  contrario: todos hacen campaña mientras los gobernantes meten mano en la hucha para abonar graciables y descontroladas pensiones no contributivas o tarifas planas para ahorrar cotizaciones a empresas podridas de beneficios. Incluso los funcionaros competentes se autocobran de esta especie de cepillo.
    La posverdad más demagógica está servida. Usan mensajes catastrofistas: “se acaba la hucha”, “no serán sostenibles”, “si cobramos cuando lleguemos…” Mientras, los bancos y  seguros, que acumulan 105.000 millones de euros en planes privados, piden que hacerse uno sea ‘cuasiobligatorio’. Todos olvidan que las pensiones son un derecho constitucional intocable, no una propina, sino el pago de una deuda contraída por el Estado con el cotizante forzado.  Deben figurar en los Presupuestos Generales incluso antes que las nóminas de los diputados. Sin tramposas huchas finalistas, inexistentes en Europa.