Petri Arenas y Mazuecos

24/10/2016 - 13:12 Luis Monje Ciruelo

El pueblo de Mazuecos, con el Ayuntamiento que preside Roberto García, ha ofrecido un homenaje a Petri Arenas Blanco, descendiente de Mazuecos, por lo mucho que hizo por el pueblo de sus padres.

 

El pueblo de Mazuecos, con el Ayuntamiento que preside Roberto García, va a ofrecer mañana un homenaje a Petri Arenas Blanco, descendiente de Mazuecos, por lo mucho que hizo por el pueblo de sus padres. Si el dicho de que “de bien nacidos es ser agradecidos” puede aplicarse a una Institución, como es la Corporación Municipal, no sé porqué no puedo yo, como esposo de la homenajeada, fallecida hace seis años, sumarme públicamente. Del homenaje quiero extraer una lección cívica que podrían aprender muchos en la alta política, y es que los políticos están al servicio del pueblo y no al contrario, como creen, al parecer, algunos de los que intentan gobernar España. En Mazuecos, una Corporación acordó este homenaje hace tres años, con el voto favorable de todos los concejales,  y ahora, otra Corporación, de signo contrario, lo realiza una vez vencidas las dificultades que lo demoraron. Como debe de ser, sin rencillas ni resquemores. ¿Y qué hizo Petri Arenas para merecerlo? Pues nada menos que devolver a la Soldadesca ( la tradición que es el orgullo del pueblo) toda su brillantez al recuperar los uniformes de los Tercios de Flandes que, por su origen, siempre vistió. También creó el Museo de La Soldadesca, que hoy se puede ver en el Ayuntamiento, en el que se ven, en tamaño natural, diez soldados, un capitán y un alférez/abanderado, instalados con gran verismo en un armario vitrina. Sus rostros, de gran realismo, lucen bigotazo, barba o perilla al uso de la época. Impresionan los hieráticos personajes con los coloristas uniformes de los famosos Tercios de Flandes que también participaron en la batalla naval de Lepanto, origen de esta tradición. Lucen paño amarillo con ribetes rojos, gregüescos del mismo color, medias granates y botas hasta la rodilla. Todos con sombrero chambergo y el capitán con amplia capa roja y espada al cinto. Llevan alabardas. Un soldado natural de Mazuecos protagonizó en la lucha una acción heroica. A consecuencia de ella se le declaró la gangrena y le iban a amputar un brazo. El mozo se encomendó a la Virgen de la Paz, patrona de su pueblo, y le prometió que la escoltaría de uniforme mientras viviera si salvaba el brazo. La Virgen hizo el milagro y el soldado, con otros compañeros, cumplió su promesa y sus hijos la continuaron con el uniforme de sus padres. Y así, generación tras generación, a partir de 1572, la Soldadesca se convirtió en una tradición.