Poderoso caballero

14/10/2017 - 13:56 Javier Sanz

Haga lo que quiera, pero no se salga de la partitura que en la cabeza del pentagrama sustituye la clave de sol por el símbolo del euro.

Mira que estos tiempos se desechan las Humanidades como el que se despoja de un gabán viejo, o de un mueble antiguo. Mira que todo son cuentas. Y no. El fundamento de lo uno está en lo otro, y aunque te salgan las cuentas, has de saber el por qué y no el cómo, que, esto, cualquiera con dos dedos de frente. Don Francisco de Quevedo y Villegas así lo lanza en el poema que remata con su título: “Más valen en cualquier tierra/ (Mirad si es harto sagaz)/ Sus escudos en la paz/ Que rodelas en la guerra/ Pues al natural destierra/ Y hace propio al forastero./ Poderoso caballero es don Dinero”. O sea, Cataluña.
    Manda lo que manda: la pasta. La primera llamada tras las elecciones suele ser al Banco Central Europeo, para que te entregue la hoja de ruta. Lo demás son florituras, que si reformas educativas o solidaridad con el tercer mundo, que si sanidad mixta o centrales térmicas. Haga lo que quiera, pero no se salga de la partitura que en la cabeza del pentagrama sustituye la clave de sol por el símbolo del euro. De ahí hacia abajo, todo lo rige el poderoso caballero, no digamos en lo que llaman “economía familiar”, que yendo bien lo va el matrimonio, la pareja, o la familia.
    Asignatura de bachiller, de BUP, “Literatura española”, que no “Matemáticas”, la tenían suspensa los prohombres catalanes. Se podía jugar a Star Wars sin límite, llegado el caso. Pagaba la banca. Pero no. En cuanto ha temblado el escenario al ritmo cachondo de la calle se han abierto bancos y empresas sin pedir la vez, a Valencia, Baleares, Madrid o Aragón. El Poderoso caballero es amo de todo y al natural anda desterrando, aunque los de la SEAT lo tomen como propio y acompañen a la fábrica en el destierro. Puig y Junqueras, anunciados por el monaguillo Turull, se creían los reyes del cacagüé, los trovadores de Aldous Huxley: “¡Oh qué maravilla!/ ¡Cuántas criaturas bellas hay aquí!/ ¡Cuán bella es la humanidad!/ Oh mundo feliz, en el que vive gente así.”
    Se lo advirtió don Francisco, cojo y miope de nacimiento (“Sobre mi mejor ojo me siento”). El dúo, largo de vista, contempla cómo huye el Poderoso caballero, don Dinero, con las insignias en la pechera: las de la Caixa, Adeslas, Proclinic, San Miguel, Gas natural… “Por no leerme no os habéis enterado de nada, gilipollas”, murmura la calavera del poeta en su tumba de Villanueva de los Infantes. (Que, por cierto, la guarda un amigo mío.)