¿Por qué los matrimonios no se entienden?

15/02/2015 - 23:00 Juan García

Porque en la sociedad en que vivimos son muy pocos quienes entienden qué es la libertad. Es más, tienen una idea contraria a lo que es la auténtica libertad. Para la mayoría significa “yo hago lo que quiero”, cuando en realidad ser libre es ser capaz de compromiso. Ser libre significa estar en condiciones de afrontar una meta decisiva en la vida, con todo lo que lleva consigo de lucha y exigencia. Hace falta madurez para ser verdaderamente libre. Y es esclavo aquel que tiene una serie de condicionamientos que le impiden tener una meta alta, un sentido. Con esa idea de “hacer lo que me da la gana”, con lo que lleva consigo de insolidaridad, que es más libertinaje que libertad, es difícil construir algo importante en la vida. Y los condicionamientos que esclavizan son variopintos, pero con frecuencia decisivos para impedir cualquier tipo de madurez y una actitud clara para el matrimonio. El pecado esclaviza. Jesucristo vino al mundo para librarnos de la esclavitud del pecado. Pero la Gracia que nos consiguió en la cruz hay que conseguirla. El Señor instituyó un sacramento, el matrimonio, consciente de la dificultad de vivir la unión familiar. Pero además están otros dos, la eucaristía y la penitencia, para poder ser libre. En el ambiente descristianizado en el que vivimos, la vida de oración y la dirección espiritual son medios necesarios, porque hay que estar muy cerca de Dios para entender lo que significa entregarse y hace falta la ayuda de alguien que nos acompañe en el camino hacia una meta alta.