Por qué no reducir drásticamente la sanidad pública

11/02/2012 - 00:00 Fernando Lamata


 Sostienen algunos autores que conviene introducir el copago en la sanidad para disuadir la demanda innecesaria y evitar o disminuir el despilfarro, el gasto excesivo. Nosotros nos preguntamos si países con más copago que España tienen menos gasto sanitario, o logran mejores niveles de salud por una mejor utilización de los servicios. Veamos estos dos aspectos comparando países con más copago que España, como Francia, Alemania y EEUU, utilizando para el análisis los datos de la OCDE de 2011. Comprobamos que en los países con más copago que España no hay menos gasto. Vemos cómo en España el Gasto Sanitario Público por persona, 2.258 $ (en Paridad de Poder Adquisitivo), es menor que en EEUU (3.795$), Francia (3.100$) o Alemania (3.242$). Vemos también que la utilización de los servicios hospitalarios es mayor donde hay más copago. Así, el número de pacientes dados de alta por 100.000 habitantes es de 10.411 en España, 13.086 en EEUU (un 26% mayor), 26.251 en Francia, o 23.658 en Alemania (más del doble que España).


  El número de exploraciones con TAC realizadas en hospitales, por 1000 habitantes, es de 80 en España y de 184,8 en EEUU. En cuanto al número de consultas médicas en España, es de 7,5 por persona y año, similar al de Francia –que es de 6,9– o Alemania –8,2– y mayor que en EEUU, que es de cuatro. Esto no es un mal dato. Al contrario, es bueno, ya que en España la Atención Primaria es la base del Sistema Sanitario.


  Permite una atención continuada, y un seguimiento de los procesos muy adecuado y a menor coste que la Atención Especializada hospitalaria. Ciertamente, hay muchos aspectos a mejorar, pero el balance del sistema sanitario español es muy positivo. Veamos ahora la posible repercusión en la salud. Los años potenciales de vida perdidos (APVP) por cada 100.000 mujeres fueron 1.871 en España, 3.555 en EEUU (¡el doble!), 2.202 en Francia y 2.212 en Alemania.


  Los APVP por cada 100.000 varones fueron 3.857 en España, 6.133 en EEUU, 4.459 en Francia y 4.044 en Alemania. En la medida en la que la atención sanitaria contribuya a disminuir los años potenciales de vida perdidos, el sistema sanitario español se compara con ventaja. Pero si el copago no sirve para lo que dicen que sirve, ¿por qué se insiste tanto en él? El debate de copago no es un debate sobre la moderación de la demanda, sino sobre modelo de financiación. En el debate sobre el copago lo que tenemos que preguntarnos es: ¿Cuánto debería pagar directamente el paciente por la atención sanitaria y cuánto tendría que pagar el conjunto de la sociedad de forma solidaria? ¿No sería más lógico que las personas con empleo pagaran toda su atención sanitaria de forma particular? ¿Por qué tenemos que pagar a través de los impuestos la atención sanitaria de aquellas personas que se han puesto enfermas? ¿No es un problema privado, que deben resolver ellos con sus ahorros, o con un seguro sanitario privado?


  Con este planteamiento, el paciente pagaría el 100% de la atención sanitaria que necesitara, bien fueran medicinas, o cirugía, o consulta de psiquiatra, o un trasplante. Esto no es una entelequia. Este es el esquema de pensamiento mayoritario en los EEUU. ¿Qué tal funciona este sistema? Sin duda, en EEUU hay excelentes profesionales, grandes centros sanitarios e investigación de primera línea. Pero no es muy eficiente como sistema. Con solo un 40% de personas atendidas por el sistema público (Medicare, Medicaid, etc.), los norteamericanos emplean un 8,3% del PIB en gasto sanitario público. En España, con un 100% de población cubierta por el sistema público, gastamos solamente un 7% del PIB. ¿Qué pasa con las personas que no tienen cobertura pública? En EEUU, el gasto sanitario privado asciende a un 9% del PIB.


  Si en España adoptáramos el mismo esquema, reduciendo la cobertura y limitándola solamente a las personas pobres y los mayores, y dejando que el resto se pagara su seguro, el gasto sanitario de España pasaría de un 9,5% del PIB (7% público y 2,5% privado) a un 17,4% del PIB (8,3% público y 8,7% privado). Supondría un gasto público mayor para todos los contribuyentes de un 1% adicional de PIB, unos 10.000 millones de euros. Y, además, el 60% de la población quedaría sin cobertura pública y debería desembolsar un gasto particular de otros 90.000 millones de euros, unos 3.191 euros por persona.


  Desde luego nos resultaría más caro a todos. Pero, ¿qué pasa con los resultados en salud?. Si vemos datos globales, la Esperanza de Vida es 3,6 años menos en EEUU que en España (81,8 años frente a 78,2). La mortalidad infantil es el doble (3,3 frente a 6,5 por cada 1.000 nacidos vivos). Y hay otro problema añadido. Las personas que son pobres y que no tienen cobertura pública, pero tienen empleos de bajos salarios, no pueden contratar seguros sanitarios muy completos, y cuando se ponen enfermas empeñan la casa y se arruinan hasta que ya no pueden pagar. La atención sanitaria es la causa más frecuente de ruina de las familias en EEUU. En este esquema pierden los enfermos, pierden los contribuyentes, pero alguien gana. Fundamentalmente las empresas de seguros sanitarios y las entidades financieras.