Porcinoelecciones

Algunos politólogos han atribuido a toro pasado la pérdida del gobierno de Castilla-La Mancha por parte de Barreda y Cospedal a sus torpezas y provocaciones, precisamente en nuestra provincia. Se les olvidó que los ciudadanos votan cada cuatro años y que, como repite un amigo las urnas las carga el diablo. O Vox, como se ha visto en Andalucía. Ambos perdieron un diputado alcarreño decisivo.

El sucesor del incombustible Bono cometió el error de irse de barbacoa por tierras manchegas la tarde-noche agosteña de 2005 cuando se inició el trágico incendio en nuestros pinares. Seguramente sus delegados, para más inri oriundos de la comarca molinesa, lo infravaloraron y no insistieron en el peligro. Luego, el fueguecillo de Guadalajara segó la vida de 11 jóvenes de un retén, también de la zona. La patética imagen de Barreda en Alcolea, acobardado a las faldas de la vicetodo de Zapatero, Teresa Fernández de la Vega, dio la vuelta al mundo. Ni la posterior campaña del bonachón De la Mata frenó el descalabro electoral.

Cospedal tomó nota a medias. Tijera en mano y acompañada de su escudero Echániz se obstinó en no firmar convenios sanitarios con la Comunidad de Madrid. Así, ciudadanos molineses y de parte de la provincia en general eran trasladados de emergencia al hospital de Albacete (420 kilómetros) y debían acudir al de Ciudad Real (todo el día en la ambulancia-bus) para una simple ecografía. Luego fueron a votar.

Parece que Page tampoco se ha enterado ni aprendido de Bono, su mentor y destacado populista a lo Solís (la sonrisa del Régimen franquista). Quiere atajar el problema de la despoblación respaldando legal y económicamente macrogranjas porcinas en Cuenca y Guadalajara. Cierto que en las zonas “premiadas” hay pocos votos. Pero subleva a quienes viven del turismo rural, poseen casas o son defensores del singular ecosistema con pituitaria refinada. Page anda crecido por la coyuntural ausencia de rival en las filas peperas. Pero PP y Podemos han hecho una extraña pinza, los conquenses están soliviantados y, cuando se ponen…, ojo con sus votos. ¿La pérdida de algún diputado por la llegada de migrantes gorrinos, candorosos e inocentes, puede decidir en mayo el sillón de Toledo? La respuesta, como decía Bob Dylan, está en el viento. Sobre todo si viene cargado de hedores porcinos.