Pueblos anexos al Señorío molinés
A la villa de Maranchón la atraviesa en su mitad la carretera que va de Alcolea hacia Molina.
Hay varios lugares y villas importantes que completan la nueva estructura de las tierras del partido de Molina, sin que cuenten históricamente con lo que en sí fue desde hace siglos el conocido como Señorío Molinés. Son estos los sitios de Maranchón, Mazarete, Tobillos, Codes, Clares, Balbacil, Anquela del Ducado, Turmiel, Luzón, Ciruelos, así como Peñalén y Poveda de la Sierra en el Alto Tajo. Maranchón es, posiblemente, el mayor y el más importante de todos ellos.
A la villa de Maranchón la atraviesa en su mitad la carretera que va de Alcolea hacia Molina. Hay quienes aseguran que se trata de la vieja Mata de Torance, el poblado medieval que se cita en el Poema de Mio Cid. No hace mucho que sus vecinos se dedicaban, en una buena parte, al trato y a la compraventa de ganado, especialmente mular, como su principal oficio, así como a la elaboración y venta de cera virgen. En el año 1769 le concedió título de villa el rey Carlos III, y poco después Carlos IV le otorgó privilegios para la celebración de un mercado semanal y ferias en el mes de septiembre. La elegancia añeja, así como la solidez en muchas de sus casas, dan a entender que Maranchón fue un pueblo próspero. Tiene en las afueras la ermita de Nuestra Señora de los Olmos, sede principal de devociones. Se cuenta que la patrona de Maranchón se apareció a principios del siglo XII a un pastor del lugar, con una rama de olmo en las manos. Del tradicional folclore local, se conserva ‑y todavía se baila‑ una danza de juventud a la que llaman “el pollo”.
Volviendo a otro de ellos, no faltan estudiosos e historiadores que aseguran que fue Luzón la capital de los lusones, allá por los oscuros y lejanos siglos de la Celtiberia. En cualquier caso se trata de un lugar de antiquísimo origen, situado junto al joven arroyo Tajuña, y del que, hoy por hoy y por siempre, bien merece se haga mención a su iglesia parroquial, con torreón de sillería rodena propia de la zona, bello retablo mayor y meritorias tallas. En la parte alta de Luzón se distingue un edificio que escapa del gusto rural que presenta el resto del pueblo. Se trata del antiguo Colegio de Escolapios, neogótico, de finales del siglo XIX que, según proyecto del arquitecto Sr. Marañón, mandó construir a sus expensas un sacerdote de la localidad llamado Juan Bolaños Ayuso. En los alrededores se ven escarpados roquedales, tierras frías que preludian el páramo molinés por el que ya anduvimos, chaparrales y sabinas. Merece una visita.