¿Qué tiene que ver Sísifo con la rutina diaria?
Seguro que alguna vez te has preguntado por qué hacemos lo mismo todos los días. Te levantas, trabajas, pagas tus cuentas, comes, te duermes y al día siguiente vuelves a empezar. Algo así como un “día de la marmota”, pero en versión infinita.
Si te suena familiar, bienvenido al club. Albert Camus ya lo veía venir en su ensayo El mito de Sísifo y, aunque lo escribió en 1942, sus ideas encajan a la perfección con nuestra vida actual. Y es que, siendo sinceros, la vida moderna a veces parece una carrera en círculos que no termina nunca.
En el mito, Sísifo fue condenado a empujar una roca hasta la cima de una montaña, solo para que esta volviera a rodar hacia abajo, y así hasta el fin de los tiempos. Camus usó esta historia para ilustrar el absurdo de la vida humana.
¿Te suena un poco a lo que haces todos los días? La comparación no es casualidad.
Hoy, nuestra “roca” puede ser cualquier cosa: el trabajo que parece no tener fin, la sociedad que siempre demanda más, o incluso ese esfuerzo interminable por encajar en las expectativas de los demás. Y aunque en el fondo sabemos que muchas de esas tareas no nos llevarán a ningún sitio trascendental, seguimos empujando. Así somos.
Pero, ¿qué propone Camus? No es que tires la roca y te eches en el sofá, aunque a veces dan ganas. En realidad, lo que él plantea es que, si reconocemos que a veces la vida es absurda (no siempre, por suerte), podemos elegir cómo afrontarla. Suena paradójico, pero Camus dice que cuando aceptas lo absurdo, te liberas.
Sí, tu trabajo puede ser repetitivo y agotador, pero cuando dejas de esperar que tenga un “gran sentido” más allá de lo que es, empiezas a vivir más libre. Al final, el punto no está en llegar a la cima de la montaña, sino en disfrutar el camino, en aceptar que la roca caerá de nuevo y en no darle más vueltas al asunto.
Ahora bien, en el mundo actual, donde todo se mide por productividad y éxito, esta idea es bastante rompedora. Nos bombardean con mensajes de “ser más”, de “hacer más”, de “lograr más”. Si no tienes éxito, te dicen que algo estás haciendo mal.
Pero, ¿y si el verdadero truco no está en llegar a ningún lado, sino en cómo vives el trayecto?
Si lo piensas, empujar esa roca todos los días, sabiendo que volverá a caer, puede ser liberador si no te obsesionas con el resultado final. Y eso es precisamente lo que Camus propone: seguir empujando, pero a tu manera, disfrutando lo que puedas, aunque el esfuerzo parezca inútil.
Lo curioso es que en la vida moderna también encontramos momentos de libertad, como los que Camus menciona cuando Sísifo baja la montaña. ¿Cuántas veces te has sentido en paz cuando terminas una tarea, aunque sepas que mañana tendrás otra igual?
Esos pequeños respiros, esas pausas donde, aunque sea por un momento, te desconectas del estrés y simplemente existes, son lo que nos mantienen en marcha. No se trata de grandes logros ni de éxitos monumentales, se trata de esas pequeñas victorias cotidianas.
Así que, si hoy sientes que tu vida es una montaña interminable de tareas repetitivas, tal vez no estés tan perdido como crees. Tal vez lo que necesitas es cambiar la forma en que ves tu roca diaria. La clave está en no esperar que la vida sea algo más de lo que en realidad es. Si no hay un gran significado detrás de algunas de las cosas cotidianas, entonces lo que queda es vivir de la mejor manera posible, aceptando que no hay respuestas claras y que, aun así, sigues adelante.
Al final del día, como decía Camus, uno tiene que imaginar a Sísifo feliz. Porque, a pesar de lo absurdo que le pudiera parecer todo, mientras sigamos empujando nuestra roca con una sonrisa o al menos con un poco de ironía, habremos ganado la partida.