Rebelión y conflicto

14/01/2017 - 15:29 Jesús Fernández

La democracia no es una herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos que tenemos que administrar.

 

La mente y mentalidad de nuestros representantes democráticos está todavía muy anclada a las exigencias, a las directrices de los partidos políticos a los que sirven como salvaguarda de sus intereses personales. No existe ninguna capacidad de rebelión o liberación. Es todo un mismo juego, una farsa, una comedia. Los partidos nuevos se han hecho viejos rápidamente porque no creen en el cambio. Y los llamados viejos partidos  no se han rejuvenecido. Les conviene que nada cambie. En vez de renovación ofrecen acomodación. No existe tal rebelión en las aulas ni en las conciencias. Todos ellos  se confunden con el paisaje.      
    En cuanto a su origen hay que decir que las nuevas formaciones no han nacido –según se cree- como respuesta o necesidad de afrontar otras soluciones a las injusticias o desigualdades sociales. No han nacido de la indignación social o colectiva, no tienen su origen en causas internas de nuestra convivencia como sociedad. No han recogido la voz de los maltratados por diferentes crisis. Las crisis existirán siempre. No han interpretado o encarnado  un rechazo anónimo o callado a los gobiernos convencionales sino que siguen y persiguen su propia ambición. Durante largos años estuvieron agazapados, confundidos con la jungla, viendo el discurrir de la política y el devenir de la transición democrática. Procedentes de familias y fortunas acomodadas, se beneficiaron de oportunidades e instituciones educativas donde sólo llegaban unos pocos privilegiados. No había esa igualdad de oportunidades que tanto predican.
    A un cierto punto y momento, impulsados o protegidos  por otros, se lanzaron sobre la presa y, ayudados por gobiernos o factores externos, se han propuesto  conquistar el poder para ellos y no para los demás. Sólo ellos disfrutan del mismo. Fiestas, comilonas, recepciones, confort y buena vida y que los pobres sigan creyendo que ya tienen unas formaciones que les defienden. La democracia no es una herencia de nuestros padres que recibimos sino un préstamo de nuestros hijos que tenemos que administrar. Muchos jóvenes  consideran que la democracia es patrimonio exclusivo de ellos. Poco a poco han callado las calles porque ellos ya ocupan las poltronaa. La rebelión  en las plazas ha terminado.
    Todo lo que existe, todo lo que contemplamos se reduce o se explica como un conflicto de intereses. Esa es la clave de lectura de la situación actual.