Repetición electoral
Motivos para una decepción.
El peor de los presagios se cumplió y es hora de lamentar. Primero, que mientras la sociedad evoluciona en muchos aspectos, su clase política involuciona, no importando a ninguno de los grandes líderes nacionales ni el país que quieren gobernar ni sus ciudadanos, tan solo su poltrona.
Segundo, la pérdida de la oportunidad de haber conformado un gobierno que hubiese sido bien aceptado por los electores y por los socios europeos. Nos referimos al que hubiesen compartido los ganadores con la fuerza llamada a cambiar la política y que ha sido a la postre la más cerrada siquiera al diálogo. PSOE y Ciudadanos, con mayoría absoluta, podrían haber dado estabilidad y moderación, actuando cada uno como contrapeso del otro, sin depender de nacionalismos independentistas. Era imposible a la lógica, eso sí, un gobierno de coalición con Unidas Podemos por la distancia ideológica en temas de gran relevancia como el asunto catalán o el Brexit, sin olvidar que son los herederos de unas recetas económicas fracasadas en la Europa del siglo XX.
Sentir, en tercer lugar, los efectos perversos sobre la economía, que no deja de ser lo más importante para avanzar en cualquier sociedad, de la falta de unos presupuestos, de un Ejecutivo sólido que adopte las medidas que en cada momento son necesarias y llevamos ya cuatro años así, con repeticiones electorales, mociones de censura, bloqueos y falta de respeto absoluto a los electores, los grandes perdedores, porque ellos mientras tanto se han asegurado pensiones y prebendas por simplemente reírse de todos.
En cuarto lugar no olvidemos la imagen de la llamada marca España, a la altura ya de la italiana, en cuanto a falta de seriedad, volatilidad, poca clase… Y por último, aunque habría otros mil aspectos por los que llorar, esa sensación de pérdida de tiempo para una España con grandes talentos, capaz de resistir y seguir adelante que se pregunta qué habría sido de nuestro futuro a poco que hubiese habido alguien con cierta categoría e ideas dirigiendo la nave. Qué pena y que frustración. Seguramente, tras las elecciones, y un cuadro similar en cuanto a bloques con reforzamiento del bipartidismo, habrá esa abstención patriótica o de la vergüenza. Para entonces habremos perdido ya otros cuantos meses, y mucho dinero. En este caso no se cumple el dicho de que el pueblo se merece lo que tiene. Lo dicho, lamentable.