Responsabilidad ciudadana

04/05/2020 - 20:19 Redacción

 Comienza la semana, la octava desde que se decretase el estado de alarma, con una apuesta arriesgada para la salud y la vida.

Desde este sábado, niños, mayores y adultos que practiquen deporte, están de nuevo en las calles. Es verdad que en los municipios de más de cinco mil habitantes tienen restringidos los horarios para no confluir al tiempo numerosas personas, pero lo cierto es que hemos visto en algunos paseos, en este primer día de alivio, demasiada gente, teniendo en cuenta que existe un virus muy contagioso, desconocido en parte, que está activo, para el que no existe tratamiento específico, aunque haya curaciones, y sin vacuna para prevenirlo. Es cierto que los datos epidemiológicos son buenos con las mejores cifras de la región en número de contagiados y fallecidos, que se respira en el Hospital sin el agobio ni los problemas que amenazaron el colapso, pero nos adentramos en un escenario desconocido respecto a la  propagación del virus con menor aislamiento social y una actividad comercial in crescendo que se traducen en un mayor compartimiento del espacio común. Comienza la semana, la octava desde que se decretase el estado de alarma, con una apuesta arriesgada para la salud y la vida, con incertidumbre, que requiere para no lamentar fatales retrocesos, todavía más que en las fases ya vividas de confinamiento, de la responsabilidad de todos los vecinos, guardando de manera muy estricta las medidas de precaución conocidas, usando en la medida de lo posible- debería haberse establecido con carácter obligatorio-  mascarillas y guantes para protegerse y proteger a los demás, no excediendo del tiempo permitido las salidas, no incumpliendo la prohibición de agruparse con más compañía que la fijada, no acercándose a nadie a menos de dos metros en un saludo al amigo o familiar, no realizando ninguna acción u omisión, en definitiva, que signifique crear o potenciar un riesgo. No se debe perder ni el miedo ni el respeto a una enfermedad que ha causado tanta muerte, dolor y destrucción de empleo y que amenaza el futuro de numerosos negocios sin haber sido superada, tal y como clama la Organización Mundial de la Salud, esa misma que ya advirtió sin éxito en enero del peligro que suponía y que no fue escuchada. No caigamos de nuevo en el error ni en una engañosa euforia y seamos prudentes en nuestro día a día observando las instrucciones de las autoridades sanitarias sin ápice alguno de desobediencia.