Revolución permanente
10/01/2016 - 23:00
Actualmente se acepta con normalidad el feminismo de equidad, reconociendo a las mujeres los mismos derechos y deberes que a los varones. Incluso está aumentando el número de hombres que ayudan a sus mujeres en los quehaceres del hogar. También se respeta a los homosexuales como personas que son. con sus derechos y su dignidad.
Pero estos planteamientos razonables se han desarrollado de forma negativa hasta extremos inaceptables. El feminismo de igualdad se ha transformado en feminismo radical que considera al hombre como opresor de la mujer y termina induciendo a la mujer a imitar al varón. Asimismo el respeto a la homosexualidad ha pasado al lobby gay, con auténtico poder en muchos países y se acusa de homofobia a todo aquel que no acepta sus planteamientos.
Estos pilares del pensamiento actual son heredados del marxismo. Porque el muro de Berlín ya cayó el 1989, pero su carga ideológica sigue influyendo en estos movimientos.
Pudiéramos decir que estos cambios no son una mejora progresiva de la sociedad, partiendo de la realidad y añadiendo aspectos que la perfeccionan. Son una auténtica revolución rupturista en las instituciones sociales y políticas. Es romper con lo anterior e imponer un nuevo pensamiento. Esta revolución de ruptura tiene dos características: es permanente y silenciosa.
Es permanente porque pretende crecer y alcanzar nuevas cuotas de poder en todos los ámbitos sociales y es silenciosa porque no es violenta sino que se infiltra suavemente a través de la cultura, la educación y la política.
A través de la cultura y de los medios de comunicación pretende dominar la opinión pública para considerar como normal el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la contraconcepción, la píldora del día después, etc.
En el mundo educativo se impone la educación sexual donde se enseña a usar el sexo sin peligro de embarazo y promueve el deseo y el placer sexual puramente biológico.
En la política se fuerza a los gobiernos, a través de los llamados expertos, a que aprueben y legislen a favor de todos los aspectos revolucionarios.
Ya hay muchos sectores sociales que consideran estos objetivos como demasiado manidos, repetitivos, viejos e indeseables. Llegará un momento en que los hombres pensemos con sentido común y hagamos lo posible por mejorar la sociedad.