Santiesteban

05/04/2015 - 23:00 Pedro Villaverde Embid

Este Miércoles Santo tuvo lugar uno de los momentos más bellos de la Semana Santa de Guadalajara, la difícil salida de la iglesia de Santiago Apóstol de la impresionante imagen de la Virgen Esperanza Macarena. Por primera vez en mucho tiempo se echó de menos estos días de desfiles procesionales la figura de un hombre de profunda religiosidad. El pintor Carlos Santiesteban nos dejaba hace poco de manera súbita. Un día antes había vendido un cuadro y esa misma mañana tuvo contacto telefónico con la alcaldía. Su inmenso pero maltrecho corazón dejó de latir y con él se fue uno de los artistas más relevantes e internacionales de la cultura de Guadalajara. No es cuestión ahora de citar ni de comparar, solo de reconocer su figura y agradecer su inmenso legado. La categoría de su obra ha sido reconocida con numerosos premios y distinciones. Su personalidad, sin duda, fue única y nada corriente. Le honró siendo hombre de mundo volver siempre a Guadalajara para quedarse. Amó la ciudad en la que había nacido por encontrar en ella sus raíces, aunque sus gentes, demasiado conservadoras o tradicionales, no comprendieron bien sus diferentes gustos y maneras, incluso en el vestir, pero él siguió siendo fiel a sí mismo y su estilo, hasta el final. La última vez que le vimos fue con motivo de la clausura de su exposición en el Palacio del Infantado. Fue un domingo del mes de octubre y nos había invitado por teléfono a estar en ese momento y compartir sus reflexiones. Le acompañaba un amigo y juntos los tres subimos las escaleras hasta la sala donde se exhibían los cuadros. Paraba en cada escalón a descansar y a hablar. Estaba mayor, cansado, enfermo, pero lúcido y sereno. Nos recordó que estaba enamorado de la vida y que sentía pasión por la belleza, que buscaba en todo. Sabía que era su última muestra y estaba satisfecho de haber compartido su obra con la gente. Todo lo expuesto estaba ya antes vendido. El objetivo era que los visitantes pudieran conocer un poco más su persona y sus cuadros. Era un adiós que asumía con melancolía pero entereza. Se ha ido un genio, un hombre sensible y generoso, una figura irrepetible. Queda un legado que enriquece la ciudad, en particular esa casa museo y los cuadros que ya se exhiben en distintos lugares públicos. Gracias maestro. DEP.