Semana Santa 2021
Hoy todo lo que podamos planear queda en el terreno de la especulación, no sabemos qué pasará ni cuándo nos vacunarán, lo único que importa para acabar con la pandemia.
En esta nueva vida que sufrimos la Semana Santa es un viejo recuerdo de procesiones y lirios, de santos oficios en la catedral helada, de silencios y reuniones de amigos en los bares seguntinos. También podría ser la fotografía luminosa de unos lejanos días de playa, quizá en el sur o en levante, un corto anticipo del verano que nos bronceaba hasta el alma y nos curaba el cuerpo del duro invierno castellano. Sea lo que sea, la antigua evocación o el ineludible presente, la Semana Santa es muerte y resurrección, el renacer de la naturaleza, la plena primavera, la alegría, el perfume de las violetas y las lilas, el presentimiento de las rosas. Y el júbilo de los ciclámenes rojos en la terraza.
Hace un año la vida transcurría con más sosiego, sabíamos lo que pasaría al mes siguiente, hacíamos proyectos para las vacaciones de Semana Santa y hasta para las de verano. Hoy todo lo que podamos planear queda en el terreno de la especulación, no sabemos qué pasará ni cuándo nos vacunarán, lo único que importa para acabar con esta pandemia. Los políticos creen que son el centro del Universo, pero hay asuntos que nos interesan más que ellos y sus ambiciones: si enfermaremos, si podremos llevar a los niños a un colegio concertado o de educación especial; si los parados tendrán alguna oportunidad, si el negocio familiar sobrevivirá; Si cobrarán los ERTES todos los afectados, si habrá reparto ecuánime de ayudas a empresas sean amigas o no. Si, mientras los ciudadanos están en el hospital, harán una moción de censura para organizar un poco de agit-prop. Si Sánchez será Sánchez en nuestros asuntos patrios o será Su Persona, y si se permitirá que el Rey reine en paz. Si ganará Ayuso y gobernará en Madrid sin subir los impuestos o pactarán y seremos bolivarianos ...La duda es nuestra amiga más íntima y con ella cenamos y nos vamos a la cama, no en vano dicen que la incertidumbre es el refugio de la esperanza.
Me propongo esta primavera dar una opción al optimismo. Nos vacunarán, venceremos al virus. La Semana Santa renacerá en nuestra tierra, iremos al mar en verano y pasearemos un otoño de rojos y ocres por el pinar. Nos abrazaremos, iremos al cine cada semana, los niños volverán al colegio sin mascarillas, los jóvenes abandonarán el botellón y la policía detendrá a los delincuentes para que sean juzgados. Se acabarán los caprichos de los políticos y comprenderán que los administrados tenemos la última palabra y que el líder deberá ser el mejor de los ciudadanos. Volverán los políticos honestos, preparados, pensarán en los humildes sin explotarlos y trabajarán por la patria común sin excluir a nadie. Serán honorables, instruidos, valientes y justos o no serán elegidos.
Esta visión utópica, por la que queda erradicado el COVID y los políticos sirven a la sociedad, es un regalo de Semana Santa, pero no tengan mucha fe, solo es un anhelo, un desiderátum.