Sí a la conexión Alcorlo-Beleña, no al trasvase
Tenemos que defender que se haga la conexión para no seguir tirando agua de Beleña y oponernos a más trasvases cuando lleguemos a los 400 hectómetros cúbicos.
Semanas de lluvias, que continuarán, al menos los próximos días, palian, en parte, las necesidades imperiosas de agua que llegaron a alertar el pasado mes de diciembre con una crisis hídrica sin precedentes en los embalses de Alcorlo y Beleña que suministran a los 400.000 vecinos que beben de las aguas del sorbe. Sin embargo dejan el sabor agridulce del desaprovechamiento de parte de estas precipitaciones al no estar realizada la conexión Alcorlo-Beleña y estarse soltando miles de metros cúbicos por las dos trompetas de Beleña, donde es necesario desembalsar sin poder trasvasar al vecino Alcorlo. Es una infraestructura necesaria para no tirar el agua y debemos pedir a las administraciones competentes que resuelvan los escollos existentes y ejecuten la obra. La esperada y deseada agua hace, por otra parte, que suban los esquilmados pantanos de Entrepeñas y Buendía, pero aún así ni siquiera alcanzan el 12,5% de su capacidad y además cierne sobre la zona el temor de nuevos trasvases al Segura en cuanto alcancen de nuevo esos 400 hectómetros cúbicos que marcan el límite mínimo para la aprobación. Por ello debemos defender el agua de los pantanos, reclamar que no perdamos esa fuente de riqueza que para nosotros, sin embargo, ha sido causa de empobrecimiento durante los 38 años que lleva vigente el trasvase, tal y como constata un reciente estudio de dos profesores universitarios y una consultora independiente. El citado texto señala que en este tiempo la zona ha perdido un 21,3% de población frente al 9% del resto del medio rural, habiendo cerrado desde 2010 un 30% de los negocios turísticos y siendo el nivel de renta de los ribereños un 22% inferior al resto del de los municipios rurales. Y todo ello por haberse priorizado las necesidades de la cuenca receptora frente a la cedente, incumpliendo las leyes del trasvase. Una vergüenza contra la que tenemos que plantarnos al tiempo que exigir la puesta en funcionamiento de las desaladoras que solventarían la necesidad de las derivaciones y conseguir la unidad política en esta materia.