Sobre Javier Dávara y Torres Balbás

11/12/2015 - 23:00 Javier Solano

Da gusto leer las colaboraciones semanales de Javier Dávara en Nueva Alcarria. Cultas, documentadas, teñidas de lírica –y sobre todo, muy amenas–, tienen además la virtud de huir de los lugares comunes, algo tan habitual en el periodismo cultural y que a algunos nos espanta. Es un seguntino de pro, por lo que la mayoría de sus entregas nos hablan de la ciudad del Doncel, pero de igual modo escribe sobre Guadalajara capital o la provincia, contándonos aspectos históricos curiosos que desconocíamos, como el reciente artículo del Instituto Caracense.
Como lector agradecido a las crónicas de Javier Dávara, quisiera resaltar en particular las dos últimas reseñas publicadas, dedicadas al arquitecto Leopoldo Torres Balbás, donde relata las vicisitudes surgidas para la reconstrucción de la Catedral de Sigüenza, gravemente dañada durante los primeros meses de la Guerra Civil. Tras la detenida lectura del texto en su conjunto, observamos la dedicación responsable de Torres Balbás al encargo, y en paralelo los expedientes depurativos que tenía que sufrir a causa de su (presunto) activismo político: una acusación falsa y alevosa, pues era un hombre dedicado por entero a su profesión de arquitecto y profesor. Vivía para la arquitectura.
Se cumplen ahora 75 años desde su fallecimiento, y nadie hasta ahora ha podido mejorar muchos de sus trabajos, en especial, los dedicados a la cultura islámica peninsular. Era, por otra parte, un gran conocedor de Guadalajara y un verdadero experto, tanto en su historia como en su arquitectura. Travesuras del destino, con la instauración de la democracia, su sobrino Leopoldo Torres Boursault, representará a Guadalajara como diputado en el Congreso a lo largo de varias legislaturas.