Sobre la Reforma de la Ley Electoral

13/04/2012 - 12:43 Redacción

Hace poco más de un año el PSOE reformó la ley electoral regional generando una polémica con el PP debido a que el reparto de escaños por provincias hizo que sólo Ciudad Real tuviera un número impar de diputados. Ahora el PP propone otra reforma y, de nuevo, el debate se centra en las provincias que tendrán un número impar de diputados. La importancia de ello estriba en que dichas provincias pueden decantar la victoria en diputados, incluso pudiendo producir que el partido más votado tenga menos diputados que el segundo.  Realmente es una pena que, después de tantos años, los castellano-manchegos sigamos con una ley electoral con importantes defectos, que podríamos resumir en estos dos: a) el numero de diputados de cada provincia no es proporcional a la población de cada momento sino que se establece de manera rígida; y b) la proporcionalidad entre votos totales y diputados no está garantizada, pudiendo perder en diputados el partido ganador en votos. Respecto del primer defecto, debemos tener en cuenta que seguir estableciendo una cifra rígida de diputados a cada provincia, en lugar de dejar que venga determinada por la evolución de la población es garantía de conflictos futuros, similares a los ocurridos hace poco al superar Guadalajara a Cuenca en población, pero tener un diputado menos. Sencillamente, no prever un mecanismo automático de ajuste según el reparto de la población entre las diversas provincias es, cuando menos, una ‘chapuza’ legislativa. En cuanto al segundo defecto, ni la ley actual - aprobada por el PSOE - ni la nueva - propuesta por el PP - atajan las causas y, con ambas leyes, puede ocurrir que el vencedor en votos no lo sea en escaños. Esta situación, tan poco deseable desde los principios democráticos, podría ocurrir si el resultado es parejo entre los dos partidos grandes (diferencia menor de un 2% de los votos). En ese caso, la victoria en diputados estaría a expensas del reparto de los últimos escaños en las provincias con un número impar de diputados, ya que en las provincias ‘pares’ quedarían empatados ambos partidos grandes. Haciendo una sencilla simulación en base a los resultados de las elecciones de 2011, con la ley actual (del PSOE) hubiera podido ocurrir que venciendo el PP en votos por 46’1% frente a 45’4%, habría perdido por 24 frente a 25 diputados. Parecido ocurre con la propuesta nueva (del PP), ya que aunque el PSOE hubiese ganado en votos por 46’4% frente a 45’1%, el PP hubiera obtenido 27 diputados, uno más que el PSOE. Esto confirma que la pelea por determinar las ‘provincias impares’ no busca mejorar las carencias democráticas de la ley, sino intentar salir favorecido en caso de resultado igualado. En suma, tanto la ley actual del PSOE como la nueva propuesta por el PP no resuelven ninguno de los dos defectos importantes antes señalados. De hecho, en algunos casos, los agravan. Afortunadamente existen maneras sencillas de evitar el efecto perverso de los diputados impares. Confiemos en que, ahora sí, ambos partidos actúen con responsabilidad y sean capaces de ponerse de acuerdo en una ley electoral neutral y justa, que no conceda ventajas a ninguno de los contendientes. A título de ejemplo, se indica a continuación una posible manera: 
     a. Para mejorar el reparto de diputados por provincias: Asignar un mínimo de 6 diputados a cada provincia y repartir otros 16, hasta un total de 46, según la población. Estos diputados se eligen en cada provincia igual que hasta ahora. Con habitantes de 2011 serían 9 en Albacete, 10 en Ciudad Real, 8 en Cuenca y Guadalajara, y 11 en Toledo.
b. Para mejorar la proporcionalidad entre votos y diputados, evitando que gane en diputados el perdedor en votos: A los 46 escaños anteriores, se les suman otros 7 dando un total de 53. Dichos 53 diputados se reparten por partidos en base a los votos totales regionales, superando el 5%, pero respetando los escaños logrados en el apartado a).  Aplicando lo anterior a las elecciones de mayo de 2011 el resultado sería de PP 28 y PSOE 25, justo el mismo que con la reforma propuesta por el PP, pero esto es meramente circunstancial. Lo más importante es que así sería una ley electoral equilibrada y neutral. Frente a la reforma propuesta por el PP o la ley actual del PSOE, siempre se garantizaría que el partido que ganase en votos sería también el partido ganador en diputados.