Toros y peinetas

25/01/2019 - 13:00 Jesús de Andrés

El rancio populismo de VOX no tiene mucho recorrido. No se construye un país apelando a los toros, la caza y las procesiones de Semana Santa.

La representación gráfica del voto, desde el punto de vista ideológico, simula un perfil campaniforme. Imaginen una campana de ancha base apoyada sobre una superficie. Los extremos estarán muy cerca del suelo mientras que su bóveda se elevará en el centro. Es lo que en estadística se denomina distribución normal, la campana de Gauss. El voto está en el centro, que es donde se sitúa la mayoría, y cuanto más se orienta una propuesta hacia los márgenes, menor número de apoyos recibe. Los partidos lo saben, o deberían saberlo, por ello Felipe González sólo ganó cuando llevó al PSOE de los años setenta a posiciones centradas, abandonando el marxismo, y por ello Aznar sólo obtuvo la victoria cuando consiguió centrar al PP, recogiendo la herencia de la extinta UCD.

La crisis económica iniciada en 2008, la gran recesión, supuso un terremoto para nuestro tradicional sistema de partidos. De un modelo de alternancias con mayorías absolutas o apoyo de las minorías nacionalistas, hemos pasado a un escenario multipartidista en el que cada uno de los partidos, los nuevos y los antiguos, ha tenido que buscar su mejor acomodo. La irrupción de VOX en las elecciones andaluzas, y su previsible asalto en las cercanas del mes de mayo, ha venido a complicar más, si cabe, el sistema. VOX ha ocupado un nicho muy concreto, el que queda en el extremo derecho de la campana, que si bien no es una preocupación grande para el resto, sí lo es para quien está más cerca y comparte una zona común, el Partido Popular.

El rancio populismo de VOX no tiene mucho recorrido. No se construye un país apelando a los toros, la caza y las procesiones de Semana Santa. Eso, añadido a un discurso simplista sobre el funcionamiento de la sociedad y sus problemas (la inmigración, el mercado de trabajo o la Unión Europea, por ejemplo), puede dar para unos cuantos diputados o concejales, incluso condicionar gobiernos, pero poco más. Sorprende por ello la estrategia del PP de radicalizar su discurso para competir por el extremo, dejando descubierto el flanco más centrado. En sus discursos en la Convención Nacional del pasado fin de semana, Rajoy y Aznar señalaron el camino a Casado: volver a ocupar la bóveda de la campana, alejarse del extremismo. Casado tomó nota para repetir lo mismo que dijeron ellos, pero haciendo lo contrario. En la interminable demostración de méritos ideológicos en la que está instalado desde su victoria en las primarias, no acaba de entender por dónde le viene la sangría de votos, la que le ha hecho perder siete escaños y seis puntos porcentuales en Andalucía. No se gana la confianza de los españoles promocionando rancias tradiciones, sobre todo porque para eso está VOX. Una España moderna, ilustrada y competitiva no se construye con toros y peinetas.