Un archivero municipal que ha dejado huella en Guadalajara: Javier Barbadillo

21/10/2019 - 14:13 Eduardo Díaz

En el Rincón de Edu de esta semana recordamos la figura del archivero recientemente fallecido.

 

El jueves 3 de octubre del presente año el archivero municipal Javier Barbadillo sufría un desvanecimiento en su despacho de trabajo en el Centro Municipal Integrado “ Eduardo Guitián”. Tras ser atendido por unas enfermeras municipales que trabajan en dicho centro fue trasladado de manera urgente a un centro hospitalario de la capital de España. Horas más tarde fallecía, dejando una huella imborrable en la ciudad de Guadalajara.

Javier nació en Madrid en el año 1958 y tras terminar sus estudios de bachillerato eligió la carrera de Historia, licenciándose  en sus estudios universitarios de forma muy brillante. Tras realizar numerosos cursos en la especialidad de archivos, ingresó en el Ayuntamiento de Guadalajara en el año 1985, con la misión de poner en orden el archivo municipal, ya que todos los documentos históricos se encontraban encerrados en un cuarto del consistorio municipal. Rodeado de muy buenas profesionales en la materia logró poner en marcha un moderno archivo municipal, en las nuevas dependencias de la Plaza Mayor. 

A finales de la década de los años noventa del siglo pasado el alcalde de aquella época, José María Bris Gallego, recibió una petición del Gobierno de Filipinas en la que se le solicitaba la cesión del archivero municipal Javier Barbadillo para ordenar el archivo nacional del país asiático; petición que fue aprobada por el Ayuntamiento de Guadalajara, tras dar su consentimiento el funcionario municipal de archivos. Tras estar un largo tiempo en Filipinas, Javier Barbadillo volvía de nuevo a su casa y su gran sueño se vio cumplido en el año 2012 cuando el archivo municipal se trasladó a las modernas instalaciones del Centro Municipal Integrado “ Eduardo Guitián”.

En ese lugar tan moderno y espacioso recibía la visita de administradores de fincas, arquitectos, periodistas y ciudadanos que buscaban todo tipo de información municipal y que el director y sus tres ayudantes facilitaban de forma cariñosa al tener todo el archivo ordenado y digitalizado. 

El uno de junio del año pasado y con motivo de la celebración del Día Internacional de los Archivos, Javier Barbadillo recibía el premio al mejor archivero, en la sede del Centro de Memoria Histórica de Salamanca, fruto de la buena labor diaria que realizaba en Guadalajara.

Ante el duro golpe recibido por la sociedad arriacense tras su repentino fallecimiento, una compañera suya del Ayuntamiento de Guadalajara le mandó al cielo la siguiente carta, en nombre de todos y todas sus compañeras que tuvieron el privilegio de compartir con él su jornada laboral diaria y dice así:

“Tengo la certeza de que hoy somos muchos los compañeros que estamos tristes, muchos los que te apreciamos, quizá no es esa la palabra, muchos los que te queremos. Eras una persona especial. Podría desgranar una a una tus muchas virtudes y llenaría un triste libro de papel. Eras bueno, amable, educado, atento, servicial, inteligente, generoso, divertido, socarrón, soñador...Pero había algunas cosas de ti que destacaban sobre las demás: Eras un tipo honesto, de valores seguros y fiel a tus principios. Eras igualmente brillante, muy brillante y lo más cercano a un sabio que he conocido jamás. Y eras humilde, nunca te dabas que sabias más que los demás, ni pretendías estar por encima de nadie. Era un placer hablar contigo, no solo por lo culto que eras sino porque tenías una hermosa voz. No puedo hacerme a la idea de no escucharla más, de no encontrarte por aquí y por allá con tu aspecto distraído, un cigarro en una mano, la otra en el bolsillo. No quiero imaginar que no volveremos a tomar un café contigo, quizás sencillamente porque te olvidaste que habías quedado con nosotras en un despiste de los tuyos. No quiero ir al archivo y encontrarme tu mesa vacía. Profesionalmente has dado lo mejor de ti, personalmente has dejado un gran legado: te has ganado el respeto, la admiración y el cariño del pueblo de Guadalajara. Seguirás entre los que tuvimos la inmensa fortuna de trabajar contigo y de conocerte a fondo. “Compañero, amigo... Imborrable en tu recuerdo y enorme el hueco que dejas en nuestras vidas”. Descansa en paz Javier.