¿Un lago en San Roque?

19/09/2018 - 19:14 Luis Monje Ciruelo

Las aguas que escurren desde las laderas del altiplano alcarreño podrían ayudar además a nutrir dicho lago.

Hace dos o tres meses, aprovechando que el Ayuntamiento va a invertir casi dos millones de euros en mejorar y modernizar los parques de la Concordia y San Roque, pregunté en esta columna si entre esas mejoras estaba el introducir ardillas y dotar de un pequeño lago con barcas este señorial parque, el más visitado de la ciudad. Dudaba en lo del lago porque el parque es pequeño y habría que talar algún árbol. Ahora, al unirse casi el de la Fuente de la Niña con el de San Roque y haber posibilidad de nueva ampliación de su boscaje hasta llegar al bosque que la ciudad necesita para reforestar su árido entorno, me confirmo en la mejoría que supondría el pequeño lago con barcas, como el Retiro madrileño y el Hyde Park londinense, los dos más extensos que el de San Roque y, además, con ardillas. Las aguas que escurren desde las laderas del altiplano alcarreño podrían ayudar además a nutrir dicho lago. Añado a estas dos sugerencias la de cambiar el nombre de Fuente de la Niña, equivalente, no sinónimo, de Fuente de la Cría o de la Mocosa; basado en la difusa leyenda de la niña que se ahogó en la antigua alberca que ocupaba aquel paraje, por el de Fuente de la Señorita o de la Mozuela (mejor éste) acercando el nombre a la madurez de la adolescencia, próxima a la mayoría de edad y a su inclusión jurídica, en el caso de mujer, en la “violencia de género”. Cambio que no aconsejo al Ayuntamiento porque es difícil, muy difícil, conseguir que el pueblo lo acepte sólo por un bando de la Alcaldía. En cambio la sugerencia que hago entra en la libertad de expresión del periodista, que no aspira a que se le obedezca. Aquí queda, por si acaso la idea: a ver si con el tiempo la gente acepta el nombre propuesto y lo usa. El que al fin se haya ampliado la masa forestal que suman ambos parques nos hacen pensar a los amigos de los árboles que eso sea algún día el germen del bosque que Guadalajara necesita para mejorar su desolado entorno, algo que ya se hizo en los años cincuenta, con distinta finalidad, en las entonces desnudas laderas  del valle de Valdenoches repoblándolas con  pinos para impedir que loas arrastres de las tormentas cortaran la carretera general. De ello doy fe por mi condición de cronista de La Vanguardia Española, de Barcelona, en alerta siempre para informar a los lectores catalanes.