Un pacto en tres actos

17/11/2019 - 17:14 Gloria Magro

Lo único reprochable aquí han sido los tiempos, los acercamientos fallidos entre dos líderes políticos de la izquierda española.

Si se tratase de una obra de teatro no está muy claro aún si sería un sainete o una comedia de enredo, a tenor del guión y de como se desenvuelven sus protagonistas sobre el escenario. Lo único cierto a día de hoy es que está siendo una representación en tres actos, a pesar de que dudo entre adjudicar el libreto a Jardiel Poncela o a un autor del absurdo como Fernando Arrabal. Tal vez sea de Agatha Christie después de todo, pues uno de los actores principales ya ha hecho mutis por el foro.

No es complicado ponerse en situación y entender el símil teatral. Después de todo, todos somos espectadores en este drama político, nuestro vodevil patrio, que siempre se queda en zarzuela y nunca llega a ópera, aunque esta vez los decibelios, el ruido y no la música, estén subiendo mucho de volumen.

Tras aquel primer acto fallido en primavera-verano, ahora por fin tenemos Pacto de Gobierno -elecciones mediante-; el segundo acto. Y como la representación sigue su curso, allá por Navidad veremos el desenlace de la obra con la formación del Gabinete. A partir de aquí, las composiciones de lugar tienden a divergir, como es de esperar en esta sociedad tan repentinamente polarizada en la que vivimos.

De momento, viendo como discurre la obra, además de aplausos, en la platea empieza a vivirse un clima de histeria colectiva, de alarma pública, en ciertos sectores económicos y políticos que más valdría que abandonaran la sala si tanto les escandaliza el espectáculo democrático que estamos viviendo estos días en España. Porque en definitiva de eso se trata si lo despojamos de todo el alboroto y de todos los elementos superfluos de alrededor: estamos presenciando un ejercicio de democracia amparado por nuestras leyes. No hay nada ilegal en el pacto entre el partido más votado el pasado domingo, el PSOE, y el socio que ha elegido para gobernar, Podemos. El presidente es libre de elegir a quien mejor le convenga para lleva a cabo su programa de gobierno los próximos cuatro años.

Lo único reprochable aquí han sido los tiempos, los acercamientos fallidos, los acordes y desacuerdos entre los dos líderes políticos de la izquierda española estos últimos meses. A menos de una semana de la última convocatoria electoral, lo que hace apenas unos meses era innegociable, inviable y a todas luces un encaje imposible, se ha hecho realidad y además por la vía rápida. Hay Pacto de Gobierno, hay Gobierno en coalición y hay entendimiento, sonrisas y abrazos entre los hasta ahora antagónicos Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Se me ocurre a mí que para semejante viaje no hacían falta estas alforjas, que diría aquel. Y me temo que muchos españoles a diestra y siniestra hacen un análisis profano similar y no salen de su asombro por más que estemos todos en vías de perder toda capacidad de asombrarnos. En mi caso no por el pacto en sí, sino por las reacciones ante tal acuerdo, una vez ha sido presentado como hecho consumado sin posibilidad de ulteriores alternativas.

Como era de esperar, el coro de plañideras no ha tardado en presentarse, pero no por ello resulta todo menos llamativo. Quienes escoraron el centro político hacia la derecha, empujados por el escenario catalán y también por los ultras -y por elección propia, porqué no decirlo-, ahora se lamentan de que Pedro Sánchez no les coge el teléfono. Hasta la combativa e indomable Cayetana Álvarez de Toledo dice públicamente que el PP se postula para un acuerdo de legislatura con el PSOE, con Ciudadanos de tercer vértice. Sólo por escuchar su propuesta ha merecido la pena el pacto de las izquierdas. Se intuye más cómoda a la espigada portavoz popular enfrentándose a los estibadores del puerto de Barcelona que tendiendo la mano a los socialistas como ultimísimo recurso. Cayetana de rodillas, quien lo hubiera dicho.

Visto lo inevitable de un gobierno bien anclado a la izquierda, solo queda el recurso al pataleo en las filas de la oposición. Eso y las furias del liberalismo, que se han desatado cual plagas bíblicas.

Estos días se ha llegado a plantear un escenario de posguerra, de cartillas de racionamiento, de todo tipo de catástrofes económicas y sociales. El comunismo sale de su tumba histórica para cabalgar hacia España desde la lejana Moscú, o tal vez desde Caracas, no se aclaran. La maldición del dictador exhumado se les ha vuelto en contra parece. Y mientras, la economía simula encogerse, para dar contexto a tanto desatino político. El anuncio del pacto de gobierno entre PSOE y Podemos hace caer repentinamente las bolsas patrias. Menos mal que encontramos consuelo al saber que también cayeron con José María Aznar al ser elegido, y lo mismo con Zapatero. Y noocurrió nada entonces, ningún desastre, ni tampoco ocurrirá nada ahora. Pedro Sánchez hace ya mucho que abandera con mano de hierro su partido, le han salido canas superando todo tipo de vicisitudes y no se deja amedrentar i por propios, ni por extraños. La próxima Navidad tendremos Gobierno, dará comienzo la XIV Legislatura Española y aquí paz y después gloria.