Un Primero de Mayo dramático
La clase trabajadora llega a esta significativa fecha en horas de máxima incertidumbre y temores, afectados muchos por un ERTE, con los lugares de trabajo cerrados y mucho que reivindicar.
Todo es diferente desde aquel día, el 14 de marzo, en que se declaró el estado de alarma en nuestro país. Desde entonces los actos públicos así como los eventos familiares quedaron suspendidos o aplazados sin fecha. Una de esas grandes citas que concentran a millones de personas en las calles de medio mundo habría tenido lugar este viernes con ocasión del 1º de Mayo.
No saldrán hoy más de dos personas juntas portando un banderín sindical ni escucharemos subidos en un estrado micrófono o altavoz en mano a los responsables de los sindicatos pidiendo condiciones dignas en los trabajos, salarios justos, el fin de la precariedad o la lucha contra la desigualdad. Lo harán a través de los medios de comunicación y sus perfiles en redes sociales recordando las preocupaciones y urgencias de la clase trabajadora que llega a esta emblemática y significativa fecha en horas de máxima incertidumbre y temores, afectados muchos por un ERTE, con los comercios, peluquerías, bares, establecimientos de ocio o lugares de trabajo cerrados, con la espada de Damocles de un futuro desempleo o reducciones de jornada pendiendo sobre sus cabezas, abrumados por los datos de la última EPA y el incremento del paro, que todavía no regristra un abril negro, esperando el inicio de esa anunciada desescalada y confiando en que se den esos pactos por la reconstrucción.
La mayor parte de los sectores está en crisis, la contracción de la economía es más que una amenaza, el tejido empresarial está seriamente dañado por el parón en la actividad y una presumible reducción de la demanda de productos y servicios a corto plazo. Situación complicada para los trabajadores porque es dramática para sus empresas que están sufriendo una severa reducción en los ingresos sin poder hacer frente a sus costes. Más que nunca es necesario el diálogo social y posiblemente como no se había hecho antes fluye hoy la negociación directa entre muchos empresarios con sus trabajadores para encontrar vías de acuerdo que permitan la continuidad de todos. Más que al empresario es tiempo hoy de elevar las peticiones de socorro, inyección de liquidez, supresión de impuestos o prolongaciones de ERTE a los políticos, pues son ellos los que tienen la oportunidad de salvar los negocios ayudando a las empresas a reanudar o mantener su actividad. Será un Primero de Mayo virtual como lo es casi todo ya en nuestras vidas, triste por las perspectivas, pero que al menos debe servir para ahondar en las posibilidades que ofrece el teletrabajo y las nuevas tecnologías que facilitarán la conciliación laboral y familiar, sin perder nunca la esperanza en tiempos mejores.