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15/03/2019 - 14:14 Jesús de Andrés

No es nada aconsejable, pese a su pureza representativa, ya que da lugar a inestabilidad política constante y son difíciles de gestionar.

Los sistemas electorales son de dos tipos. Por un lado están los proporcionales, aquellos que ajustan el porcentaje de representantes con sus representados. Sus resultados suelen ser una foto fiel de la sociedad que representan. En un modelo proporcional puro, a un 10% de los votos le corresponde un 10% de los escaños. De la proporcionalidad de un sistema depende, por tanto, que haya un número suficiente de puestos en juego. Un parlamento con cientos de diputados o un pleno municipal con decenas de concejales permiten esa proporcionalidad. No es nada aconsejable, pese a su pureza representativa, ya que da lugar a inestabilidad política constante y son difíciles de gestionar.

Por otro lado están los sistemas mayoritarios, aquellos en los que la representatividad no es importante, lo es sólo la estabilidad del sistema, la posibilidad de elegir gobiernos. El sistema electoral español, pese a lo que se piensa –y opina– muchas veces, no es ni proporcional ni mayoritario, es un sistema mixto en el que hay circunscripciones mayoritarias y circunscripciones proporcionales. De muy poco tiene la culpa la ley D’Hondt. Es del número de diputados a elegir por cada provincia de lo que depende que las provincias sean de un tipo u otro. Aquellas que tienen más de 10 diputados funcionan de un modo proporcional. Por el contrario, en las que apenas tienen tres diputados (Guadalajara, Teruel, Huesca, Ávila, Palencia, Segovia, Zamora…) impera el mecanismo mayoritario. Es de Perogrullo advertir que en ellas el máximo de partidos que pueden obtener representación en el Congreso coincide con el número de diputados a elegir: tres. Por ello, en un contexto en el que al menos 5 partidos estarán en disputa en nuestra provincia, está claro que al menos dos de ellos se quedarán fuera. Si en 2015, por primera y única vez hasta el momento, tres partidos obtuvieron representación, es muy probable que hoy se repita la situación. Para ello, el partido que pretenda el tercer escaño debe obtener el tercer puesto y evitar ser doblado por el primero. Aparentemente, Ciudadanos es quien más cerca está de conseguir ese resultado, como ya ocurriera en 2015, aunque también Podemos tuvo su oportunidad en su momento. 

La apelación del PP a Vox en este sentido para que medite sobre la utilidad de su voto, para que recapacite sobre la paradoja de que su candidatura podría restarles hasta el punto de dar dos diputados al PSOE e incluso uno a Podemos, tiene corto recorrido. Siendo cierta la reflexión, Vox lo tiene claro: “que se retiren ellos”. Cuando uno ha radicalizado su programa y, sobre todo, su discurso, para parecerse a quien le amenaza, ha dejado la puerta abierta al abandono de los suyos, que preferirán el populismo de quien puede prometer inconscientemente a la seguridad de quien no puede cumplir lo prometido. Es lo que tiene criar cuervos.