Al borde de un ataque de nervios
21/11/2010 - 00:00

Karma. Es para algunas creencias hindúes la fuerza metafísica que regula los acontecimientos por la cual cada uno acaba donde se merece. Pues bien, el karma dio la espalda una vez más al Marchamalo en el derbi ante el Azuqueca. Los verdillos tuvieron la victoria en sus manos y controlaron el duelo pero tal vez su conformismo y su incapacidad para matar el partido, les pasó factura en los instantes finales. Ahí no supo sobrevivir el equipo de Pedro Morilla ante el acoso final de los rojinegros. Fue en un derbi que quedará para la posteridad por el recuerdo a Edgar, ex jugador de ambas escuadras. Él quizás habría preferido un empate entre sus dos ex equipos, algo que quizá también habría hecho más justicia a tenor de lo visto durante los 90 minutos. Sin embargo, el gol de Tito en el tiempo de descuento evitó las tablas y provocó el éxtasis y el delirio a una afición satisfecha, no por el juego de su equipo, pero sí por la agónica victoria ante su rival vecino..
Los rojinegros doblegaron a su vecino provincial con goles de Rober y Tito que voltearon el 0-1 de Mora
Los primeros compases hicieron presagiar un bonito enfrentamiento. Isra avisó con un disparo lejano en el primer minuto de juego y a renglón seguido, un córner botado por el Azuqueca, y que sembró de dudas al guardameta gallardo sirvieron de anticipo a la primera jugada polémica. El motivo de la discordia, un extravagante penalti cometido por Javi Alonso sobre Christian Seubert a los siete minutos. Tanto el árbitro principal como su asistente se lo tragaron mientras el banquillo visitante clamaba: Penalti y expulsión. Sin duda una acción que condicionó el partido. Mejor plantado sobre el terreno de juego y cómodo con el balón en los pies, el Marchamalo ostentaba el dominio del cuero aunque sus tímidos acercamientos caían en saco roto. Por su parte, el cuadro de Quique López, totalmente desconocido, una versión demasiado light de lo que el San Miguel está acostumbrado a disfrutar a la hora del vermouth. La falta de precisión en la circulación y la precipitación atenazaban al conjunto local a expensas de alguna genialidad de sus hombres de en punta, que desatascara el panorama. Sobrepasando la primera media hora, el juego del Azuqueca empezó a mostrar síntomas de mejoría. Como elementos terapéuticos, tres acciones casi consecutivas que despertaron a la grada. La primera tras una gran triangulación entre Javi Hernández, Tito y Fuentenebro al borde del área, que este último desaprovechó en una tesitura que no le es habitual. Después fue Ongil, quien obligó a estirarse a Sanavia y por último Tito, cuyo remate se marchó fuera tras recoger un rechace dentro del área. La réplica la puso Manolo tras rematar de volea un centro de David Grande excelentemente peinado por Puma. Sin tiempo para más, los 22 protagonistas se marchaban al túnel de vestuarios con idéntico resultado que al inicio, 0-0. La apertura del segundo acto fue balsámica para el cuadro gallardo ya que con sólo minuto y medio, Mora deshacía el empate tras aprovechar un error de Javi Alonso al intentar atajar un libre directo de Isra. El audaz central marchamalero, con el arquero local en el suelo, mandó el esférico a la red sin oposición alguna. Tras unos minutos de tanteo ante la nueva perspectiva, un inocente penalti de Manolo sobre Tito, curiosamente en idéntico emplazamiento que el primero (el no señalado) amenazaba con meter al Azuqueca en el partido. No obstante el lanzamiento de Carlos González se topó con los pies de Sanavia y en el rechace, con el meta batido y casi sobre la línea de gol, mandaba el balón a las nubes. Inverosímil pero cierto. Lo que el árbitro había arrebatado al equipo de Morilla, se lo compensaba el azar. Ello trastocó la autoestima azudense y el Marchamalo comenzó a vivir en campo contrario hasta que los cambios de Quique López revolucionaron el derbi. Rober, que había salido un minuto antes, transformaba en gol el primer balón que tocaba tras cabecear un sensacional servicio de Javi Hernández. Y pasado el minuto 92, la catarsis con el golazo de Tito. José Vega, otro de los hombres de refresco, habilitaba al delantero rojinegro, que batía por alto a Sanavia. Derbi emotivo con remontada final y las cosas como son, castigo muy cruel para el Marchamalo.