Contador no perdona a Mosquera

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: COLPISA
Ciclismo- Vuelta a España
Aíto García Reneses, toda una vida de éxitos en el mundo del baloncesto, uno de esos técnicos que se codea sistemáticamente con el triunfo, ha dejado frases para la posteridad. Hace años, ante la pregunta de un periodista que cuestionaba la táctica que había empleado en un partido, le contestó: “Usted sabrá mucho de escribir, pero de tácticas de baloncesto no tiene ni idea”. Viene esto a cuento, después de presenciar una nueva exhibición de Alberto Contador en la estación de esquí de Fuentes de Invierno. Deben de ser los aires de la montaña, demasiado puros, que no nos dejan pensar en condiciones, pero la verdad es que uno no entiende la táctica del equipo Astana en esa parte final.
Aíto García Reneses, toda una vida de éxitos en el mundo del baloncesto, uno de esos técnicos que se codea sistemáticamente con el triunfo, ha dejado frases para la posteridad. Hace años, ante la pregunta de un periodista que cuestionaba la táctica que había empleado en un partido, le contestó: “Usted sabrá mucho de escribir, pero de tácticas de baloncesto no tiene ni idea”.

Viene esto a cuento, después de presenciar una nueva exhibición de Alberto Contador en la estación de esquí de Fuentes de Invierno. Deben de ser los aires de la montaña, demasiado puros, que no nos dejan pensar en condiciones, pero la verdad es que uno no entiende la táctica del equipo Astana en esa parte final.

Y cuando digo táctica, o estrategia, no me refiero a ganar la etapa, que eso no se regala, aunque sí se puede comprar y vender, que no es el caso, sino a las razones por las que Levi Leiphemier no dio relevos al corredor gallego, uno de esos ciclistas que saben lo que es sufrir para llegar adonde ha llegado.

Decía Alberto Contador que ya tenían suficiente tiempo sobre sus rivales para trabajar. También decía que hizo lo que le mandaron desde el coche, se entiende que su director, Johan Bruyneel.

Hacer lo que manda un director entra dentro de las obligaciones de un ciclista, aunque se llame Contador. Lo del tiempo ya es más discutible puesto que cuando más segundos se ganen, mejor, y a Levi Leipheimer, el segundo puesto de la general no se lo va a quitar nadie.

Ganó Alberto Contador, pero el protagonista fue Ezequiel Mosquera, un gallego de 32 años que dejó rotos a Carlos Sastre y Alejandro Valverde en los cinco últimos kilómetros de la subida.

Puede dar la impresión de que Mosquera es un perdedor. No hay que equivocarse. Mosquera, quinto el año pasado en la general, es uno de eso ciclistas que hacen de este deporte lo que es. Un ciclista modesto, en un equipo modesto, que le plantó cara al equipo Astana, uno de los mejores equipos del mundo, hasta que le pasaron por encima. Pobres, que diría Álvaro Pino, pero dignos.
Él quería sacar tiempo. Albergaba alguna ilusión de poder ganar la etapa. No tenían, ni Contador, ni Leipheimer, ninguna obligación de dejarle ganar. Esto es un deporte profesional. Lo que no se comprende es que no le diesen un triste relevo en toda la subida, que no aprovechasen para meterles más tiempo a Valverde y Sastre. Alberto Contador, el amigo Levi nos importa mucho menos, puede dar los relevos que quiera, y ganar como lo hizo. Tiene clase para eso y para mucho más.

No necesita ir a rueda de Mosquera para nada, salvo que se lo ordenen. Caisse d’ Epargne trabajó, un día más, hasta la extenuación, y se quedó sin premio. También lo hicieron en la etapa del Angliru.

Ni Alejandro Valverde, ni Joaquín Rodríguez. pudieron seguir el ritmo de Ezequiel Mosquera que, sin querer, debió de estropear alguno de esos acuerdos que son habituales en este mundillo. Caisse d’ Epargne, indirectamente, le ha hecho la carrera a Astana en Asturias. También les interesaba a ellos, y se han ido de vacío. Mosquera, a los 31 años, puede firmar el mejor contrato económico de su carrera. Termina su compromiso con el Xacobeo y sabe que en esta Vuelta a España se juega mucho.

Fuentes de Invierno pudo ser duro, pero más lo es la serrería en la que trabaja su familia, y en la que trabajó él, de nueve de la mañana a ocho de la tarde, y “cobrando bastante menos que en la bicicleta”. El ciclista del que nadie sabía que existía, hasta que lo recuperó Óscar Guerrero para el equipo Kaiku de Portugal, sólo podía hacer lo que hizo. Trabajar hasta morir, dejarse la hiel por sacar segundos e intentar colocarse en el podio, en el puesto de Carlos Sastre. No lo consiguió, pero al menos es cuarto en la general. A Valverde, al igual que a Sastre, empieza a pesarle la temporada que lleva encima. Tuvieron que subir a su ritmo, y gracias. Sastre conservó lo que tenía. Valverde se dejó 56 segundos.

La última semana de carrera se les va a hacer larga a los dos. Caisse d’ Epargne buscó la victoria, trabajó para anular una fuga de once corredores, pero se quedó sin rematadores, sin nadie que pudiese jugársela.